Lucy y yo
Proyectada en la Argentina en el BAFICI 2009, Wendy and Lucy (2008) es un film pequeño pero crucial, de esos que deambulan por los festivales de cine de todo el mundo conmoviendo al espectador y que difícilmente llegue a salas comerciales. En Argentina tendrá su estreno únicamente en la recuperada sala del Cine Cosmos.
Wendy (Michelle Williams) emprende un viaje a Alaska junto a su perra Lucy por un trabajo. Ella no tiene mucha plata, ni siquiera la suficiente para alimentar a su compañera de viaje. En el trayecto, su viejo auto se descompone y entra a un supermercado a robar una lata de comida para su perra, con tanta mala suerte que es detenida. Mientras tanto, Lucy desaparece. Aquí comienza la épica lucha de Wendy por recuperar lo único que tiene.
Dirigida por Kelly Reichardt (Old Joy 2006, Travis 2004), Wendy and Lucy se enmarca dentro de los filmes independientes que narran el viaje de un personaje, denominados road movies o indies. La suerte de sueño americano que intenta vivir con mucho esfuerzo Wendy se ve resquebrajada poco a poco por el clima hostil. Entrando en juego el otro elemento fundamental de este género: El escenario natural que no escapa a la puesta en escena. Pero hay algo que distingue a Wendy and Lucy de los demás filmes, y es que sus criaturas viven, sienten y transmiten pequeños toques de humanidad en sus gestos y comportamientos.
Kelly Reichardt logra captar con sensibilidad lo que expresan sus personajes, con Wendy a la cabeza (gran labor de Michelle Williams), generando empatía con su heroína en un mundo sin sueños ni esperanzas, dejando toda ilusión en manos de la buena voluntad de sus personajes que, con pequeños gestos, pueden brindar una ayuda inesperada.
Wendy and Lucy es un vívido retrato del mundo de hoy. Un mundo de sobrevivientes abandonados institucionalmente por un Estado que los olvidó completamente y los dejó a merced de las duras e insensibles leyes del mercado. A la vez, es una historia sobre la lealtad con los amigos, sean animales o humanos. La película consiguió en el 2008 el premio de la Asociación de críticos de Toronto, entre otros reconocimientos.