Humilde e independiente
Suele relacionarse al cine independiente con historias herméticas protagonizadas por personajes cínicos. Sin embargo, el cine de la realizadora Kelly Reichardt (1964, Miami, EEUU) es sencillo, accesible, sensible y, al mismo tiempo, auténticamente independiente: su melancólica y notable Old joy (2006, que compitió en la 7ª edición del BAFICI), por ejemplo, fue realizada con 30.000 dólares y un equipo integrado por apenas seis personas. No mucho mayor fue la cantidad de dinero y de gente que necesitó para plasmar este retrato de una joven llamada Wendy (encarnada por Michelle Williams, la actriz de Secreto en la montaña y La isla siniestra), que emprende un viaje de Oregon a Alaska en busca de trabajo.
El film se vale de algunos obstáculos que Wendy encuentra en el camino para revelar no sólo su estado de ánimo, sino, también, el de una sociedad demasiado acostumbrada a la incomunicación, la indiferencia, la falta de ideales y expectativas.
La visión es apesadumbrada sin ser melodramática. Reichardt no utiliza música extradiegética (salvo para acompañar los títulos finales) y envuelve el espacio off con voces provenientes de alguna radio o lejanos ruidos de trenes en movimiento.
De aspecto adolescente y mirada huidiza, Wendy tampoco prodiga expresiones grandilocuentes. Las personas que ocasionalmente conoce (incluyendo un comprensivo policía, admirablemente interpretado por Wally Dalton) no parecen conmoverla demasiado, nada dispuesta a abandonar la coraza tras la cual guarda sus problemas. Transitando distraídamente calles desangeladas, durmiendo a la intemperie, reflejando una mezcla de rebeldía y desamparo, recuerda a otros personajes de la historia del cine (del neorrealismo italiano, de road movies de los años ’70) y le sirve a Reichardt para abordar asuntos ignorados por la mayoría de las películas actuales (y no sólo de Estados Unidos). ¿O acaso puede recordarse algun film reciente que transmita la imperiosa necesidad de conseguir algo de dinero para subsistir?
Precisamente, la grandeza de esta pequeña película es que logra expresar con autenticidad esas preocupaciones y, en medio de ellas, la dicha que pueden significar una manzana, una taza de café, el cariño de un perro o el gesto solidario de un desconocido.