Western

Crítica de Carolina Taffoni - La Capital

Es bastante inusual que una película como "Western", con una estética y un discurso muy alejados del cine comercial, llegue a la cartelera rosarina. Los filmes anteriores de la directora alemana Valeska Grisebach —"Be My Star" (2001) y "Longing" (2006)— no se estrenaron en la Argentina. Tal vez "Western" llegó por el empuje que recibió cuando se estrenó en el Festival de Cannes, o por el premio a la mejor dirección que ganó en el Festival de Mar del Plata. El título de la película no es caprichoso. Esta es una especie de relectura política de los westerns clásicos (con caballos y forajidos incluidos), aunque la acción transcurre en este mundo globalizado, en la frontera entre Bulgaria y Grecia. Ahí llegan un grupo de obreros alemanes temporales para poner en marcha una planta hidráulica, cerca de un pueblito búlgaro perdido en el tiempo. Los alemanes son tipos duros, primitivos y machistas, que plantan su bandera como para provocar y se ganan enseguida la desconfianza de los pocos habitantes del lugar. La diferencia la hace un tal Meinhard, una suerte de llanero solitario que no termina de encajar en el grupo y que, a pesar de las barreras del idioma, logra comunicarse con los pueblerinos. Valeska Grisebach registra estas situaciones en un tono casi documental, con cámara en mano y actores no profesionales. Por eso no hay giros dramáticos ni diálogos reveladores. El corazón de la película late en pequeños detalles, en gestos, en vivencias cotidianas que parecen rutinarias pero que dejan al descubierto la xenofobia, los prejuicios y las tensiones de clase entre la Europa rica y los países rezagados del Este. Justo ahí cuando uno espera un giro, o una explosión dramática en seco, la directora nos recuerda que la sutileza es una virtud poco común en el cine contemporáneo.