Relectura moderna y política de westerns clásicos, este filme muestra cómo esas tensiones fronterizas y culturales siguen manteniéndose hoy, casi dos siglos después de las peleas en el Viejo Oeste, en un escenario muy distinto: el Este de Europa.
El nombre de Valeska Grisebach no resuena entre los de las directoras más reconocidas del mundo. Ni siquiera de Alemania, donde su colega Maren Ade (realizadora de TONI ERDMANN y productora de esta película) quedó como la gran representante femenina. Sin embargo, los que vimos su ya lejana opera prima SEHNSUCHT (2006), esperábamos su regreso desde entonces. La vuelta se produjo recién en 2017, con WESTERN, una obra que en apariencia es muy distinta a la anterior pero que, en lo profundo, revela intereses similares.
WESTERN es y no es lo que el título parece indicar. De hecho, si fuera por la zona fronteriza donde transcurren los hechos –áreas limítrofes entre Alemania y Bulgaria– debería ser un “Eastern”, ya que es allí donde los conflictos entre “invasores” y, digamos, “pueblos originarios”, se producen. El filme se centra en lo que sucede cuando un grupo de trabajadores alemanes va allí a montar una planta hidráulica y se generan tensiones con los locales. El protagonista es un tal Meinhard, un ex legionario, un hombre que, un poco casualmente, termina “del otro lado” de la disputa territorial, involucrándose en las vidas de los locales.
Mientras sus compatriotas los miran con desprecio, acosan a sus mujeres, hablan de que “nos tomó sólo 70 años volver” –en relación a la invasión en la Segunda Guerra– y hasta izan, provocativamente, una bandera alemana, los locales van empezando a pasar del fastidio al enojo. Meinhart, quien juega un rol parecido al de Kevin Costner en DANZA CON LOBOS, parece sentirse más a gusto con sus nuevos amigos que con sus compatriotas. Pero de todos modos, los búlgaros tampoco parecen convencidos de los motivos de la presencia de este hombre en apariencia amable. Y los alemanes tampoco entienden bien qué hace con ellos.
Grisebach observa cómo se van dando estos hechos de manera sutil, sin grandes giros dramáticos ni diálogos expositivos. De hecho, al hablar distintos idiomas lo que parece funcionar entre ellos es una comunicación silenciosa, de códigos, de miradas. Relectura moderna y política de westerns clásicos, Grisebach muestra cómo esa tensión fronteriza sigue manteniéndose hoy, casi dos siglos después de las peleas en el Viejo Oeste.