Western

Crítica de María Bertoni - Espectadores

Por si todavía cupiera alguna duda sobre la vigencia del género cinematográfico que inmortalizó a los cowboys, una realizadora alemana tituló Western la ficción que filmó en un pueblito búlgaro fronterizo con Grecia. Por si persistieran los reparos, Valeska Grisebach no convocó a estrellas de la talla de Gary Cooper, John Wayne, Henry Fonda, Clint Eastwood, Jack Palance, Glenn Ford, sino a obreros de la construcción teutones y a habitantes del mencionado rinconcito europeo. Ninguno con experiencia actoral.

Pocas realidades parecen tan alejadas del llamado Lejano Oeste (una porción de los Estados Unidos en el siglo XIX) como el presente del viejo continente, y poco tiene que ver el tercer largometraje de Grisebach con el cine made in Hollywood. Sin embargo, la realizadora bremense consigue convertir la localidad de Petrelik en territorio remoto que un grupo de forasteros (en este caso, alemanes) ocupa en nombre de una misión civilizadora (montar una obra hídrica para mejorar el servicio de agua potable). En Western no hay indios salvajes pero sí búlgaros atrasados.

El film también ofrece un lone ranger. Meinhard fuma, bebe, sabe jugar a las cartas y montar a caballo; es tan solitario, errante, lacónico, transgresor, temerario, en algún punto seductor como algunos vaqueros consagrados en la pantalla grande; carece en cambio de atributos (super)heróicos y del porte impecable que Morris caricaturizó con Lucky Luke.

Grisebach coquetea con los estereotipos del género pero los supera. Por eso termina resultando anecdótica la rivalidad del protagonista con el villano Vincent.

La también autora de Deseo y Mi estrella filma menos acción (o acciones) que atmósferas. Conmueve el retrato de un hombre que no se considera de aquí ni de allá, y que sin embargo –o por eso mismo– se aferra a una inesperada ilusión de pertenencia y al voto de hermandad en boca de un búlgaro con el que puede comunicarse a pesar de la barrera idiomática.

Western es una película morosa y poco hablada. En el marco de la mesura bucólica se lucen el director de fotografía Bernhard Keller y los actores ad hoc Meinhard Neumann, Reinhardt Wetrek, Syuleyman Alilov Letifov. También la propia Grisebach cuando administra las dosis de tensión –incluso violencia– inevitables en un relato que, como la mayoría de los westerns, sugiere cierta relación entre exceso de testosterona y conflictividad.