Andrew Neiman (Milles Teller) persigue un sueño común a infinidad de adolescentes que recién salidos del secundario deciden abocar su carrera a la música. Pero no se trata del caso del joven que descubre a los Beatles, los Ramones o Iron Maiden y concluye que quiere llevar una vida repleta de excesos, fama y de paso tocar un instrumento. Cuelga de la habitación de Andrew un poster que dice algo así como "los bateristas que fracasan en la música se unen a una banda de rock". Las ambiciones del joven percusionista son mucho mayores que lo que el rock tiene para ofrecer. Al ingresar en el conservatorio de música más elitista y exigente de la costa Este, Andrew convertirá de a poco su pasión, sacrificio y esfuerzo en un obsesivo duelo con un docente cuya particular metodología pedagógica lo lleva a ridiculizar y humillar a su alumnado.
Whiplash avanza a un ritmo meticuloso y medido que unce a su protagonista en un espiral autodestructivo que parece arrastrarlo al aislamiento de casi todo contacto humano. Andrew se permite crecer como músico a costa de su familia, amistades y toda relación sentimental. Uno de los mayores méritos del novato director del film es que logra abstraerse de todo juicio moral o social sobre su personaje. Damien Chazelle presenta su historia y permite que sea el espectador quien juzgue o simplemente acompañe los andares de su protagonista sin introducir una lectura propia sobre sus valores y principios.
La devastadora esencia de la película se resume en lo que para el profesor del conservatorio son las dos palabras más perjudiciales en la carrera de un estudiante de música: "Buen trabajo". Acorde a su metodología de incentivos y exigencias, un mero atisbo de felicitación sería toda una declaración de principios capaz de destruir la excelencia y el potencial artístico de un músico en crecimiento. Para el personaje interpretado por J.K. Simmons (ganador del Globo de Oro y candidato a mejor actor en los Oscars por este papel) su mayor temor es no poder identificar y ver nacer al próximo Charlie Parker por haberlo felicitado y privarse de exprimirle hasta la última nota musical, que a su entender sólo se consigue con sufrimiento de por medio.
Whiplash acerca lo innoble a lo sublime en una disciplina artística como la música. La historia logra profundizar la psicología de dos personajes cuyo sacrificio emana dolor dentro y fuera de la pantalla hasta condensarse en su máxima expresión en un clímax final gigantesco.