Desventuras de un actor al que le gusta beber
Cine dentro del cine, en un film alemán
Otto Kullberg es un actor de larga trayectoria que ya ronda los 60 años. Su problema con el alcohol lo alejó por un tiempo de su trabajo. En los comienzos del rodaje de un nuevo film llega borracho al set: sus productores acuerdan realizar las escenas que le corresponden por duplicado, convocando para ello a un actor sin experiencia fílmica y más joven que él.
Esto enloquece a Otto -un muy acertado trabajo de Henry Hübchen- aunque comenzará a vivir el rodaje como un desafío y una tragicómica autorreflexión acerca de su vida y de su carrera. Entre trago y trago él comenzará a cultivar la amistad que le brinda con indudable modestia ese actor que lo reemplaza en las escenas, y al mismo tiempo debe decidir entre el amor de dos mujeres y redefinir el rol de su propia existencia. Sobre la base de un guión que transita por el camino del humor y de la picardía, Whisky con vodka es una de esas historias que llaman la atención por su originalidad, elemento que el director Andreas Dresen supo aprovechar para recorrer las aventuras y desventuras de su protagonista principal. Son muchas las situaciones por las que debe transitar Otto para proseguir manteniéndose en la cúspide de la popularidad. Sabe, también, que los años pesan bastante a la hora de aceptar cierto tipo de papeles, pero él es alguien que no se desmoraliza demasiado frente a un problemático presente en el que alguien (un joven con ilusiones y ganas de triunfar frente a la cámara) podría desplazarlo de su envidiable puesto en el arte cinematográfico.
Un elenco de aceptables méritos que supo acompañar con entusiasmo al protagonista es otro de los aciertos de esta producción que, sostenida por correctos rubros técnicos, permite jugar y lograr divertir como si se estuviese riendo de ella misma.