Tardaron unos seis años, pero Ralph y Vanellope están de regreso con nuevas aventuras, esta vez, sueltos en la red de redes.
Seis años después de sumergirnos en el mundo fichinero de “Ralph, el Demoledor” (Wreck-It Ralph, 2012), Phil Johnston y Rich Moore vuelven por más, esta vez ampliando las aventuras animadas de los protagonistas, y llevándolos a un universo que parece no tener límites: la red de redes. Y sí, el Litwak's Family Fun Center and Arcade les quedó chico, y más allá del Fix-It Felix, Jr. y el Sugar Rush, hay muchas emociones fuertes por descubrir, sobre todo para la pequeña Vanellope Von Schweetz (voz de Sarah Silverman), cansada de la monotonía de su propio juego.
La amistad que forjaron Vanellope y Ralph (John C. Reilly) sigue viento en popa desde que derrotaron a Turbo, más que nada porque el grandulón la siente inmutable, algo que no comparte la corredora. En uno de los tantos torpes intentos de Ralph por hacer sentir mejor a su amiga, Sugar Rush sufre una pequeña falla y propicia que el mismo Litwak rompa de lleno el comando. Sabemos que se trata de un arcade “vintage” y la única forma de salvarlo es adquirir el único repuesto que ofrece un vendedor de eBay. Para ello, el dueño del lugar debe conectarse a Internet y tratar de adquirir el vendito volante.
La adquisición del router es una aventura en sí misma, pero mientras Litwak se decide a hacer la compra, los habitantes de Sugar Rush se quedan sin casa. Esto no parece molestar tanto a Vanellope, que junto con su compañero se van de excursión por la red para agilizar la transacción. Se podrán imaginar que del otro lado del cable los espera un mundo bastante diferente a su austera Estación Central.
Cuando nos enteramos que la secuela se ambientaba en la web, nuestro primer pensamiento fue: “Que no se parezca a ‘Emoji: La Película’”. Johnston y Moore no pudieron escapar del product placement excesivo, pero al menos tienen una gran historia que lo acompaña. Sí, tanto PNT termina aburriendo al rato, pero no tenemos tiempo para listar todo lo que aparece pantalla porque la dupla protagonista no pasa ni dos minutos en este lugar que ya se empieza a meter en problemas.
Vanellope y Ralph logran ganar la subasta de eBay, pero no son muy conscientes de que deben pagar dicha compra en un período máximo de 24 horas. Para ello necesitan efectivo (o su homónimo virtual), algo que no sobra en este océano de spam y posibilidades. Así terminan intentando robar un valioso automóvil del jueguito Slaughter Race, una tarea imposible, ya que está controlado por la experta piloto Shank (Gal Gadot).
Mientras Shank y Vanellope hacen buenas migas, Ralph pasa al plan B: recaudar dinero compartiendo videítos en BuzzTube, la plataforma que convierte la fama viral en corazones y efectivo. Ya se imaginarán por dónde vienen las moralejas de la película, un tanto de manual y otro tanto en el clavo cuando se trata de la fugacidad de esta “popularidad” o los comentarios tóxicos y mala onda que suelen traer aparejada.
Y claro, Vanellope también es princesa
“Wifi Ralph” (Ralph Breaks the Internet, 2018) se aggiorna a los problemas que se viven y desprenden de las redes sociales, se hace eco de nuestra relación no siempre tan sana con la tecnología, y el hecho de que las personas cambian, más allá de las amistades. La relación de Vanellope y Ralph sigue siendo el centro de la historia y muchos de estos cambios, la causa de todas las peripecias que tiene que enfrentar la dupla en este mundo tan vasto y extraño… aunque repleto de posibilidades para un personaje tan hiperquinético y aventurero como la princesita de Sugar Rush.
Justamente, hablando de princesas y empoderamiento, la famosa escena de Vanellope y su encuentro con las chicas de Disney es todo un hallazgo, de los mejores momentos de la película, y un revisionado de las fórmulas arcaicas y gastadas que la mismísima compañía del ratón ayudó a construir a lo largo de las décadas y gracias a sus arquetipos.
Mientras acá le dan en el clavo echando mano a otros personajes del estudio, la cosa se pone un tanto densa cuando empezamos a sumar franquicias como las de Marvel y Star Wars, que poco aportan a la historia más que un gag ocasional o la eterna autorreferencia. De un sólo vistazo, Disney nos demuestra su poderío (y todas sus propiedades), un detalle que a los pequeñines, tal vez, les pase desapercibido, pero a nosotros nos resulta imposible ignorarlo.
Gal Gadot siempre sumando
Ok, en la primera teníamos los fichines, acá todo un universo de cultura pop al alcance de un click, pero igual hay que saber moderarlo y encontrar el equilibrio para que la narración y los personajes sigan siendo lo más importante de la historia. Esto se pierde por momentos, sobre todo a lo largo de casi dos horas de película (gente, los pibes no se lo aguantan).
“Wifi Ralph” termina siendo una dignísima secuela llena de súper acción, escenas espectaculares y buenos mensajes, pero carece de la frescura y la originalidad de la primera, algo que le resta algunos puntos, al igual que esa sobreexposición de marcas que siempre pueden disimularse. No siempre puede mantener el ritmo, pero suma desde la evolución de sus protagonistas, la adhesión de algunos nuevos y una vuelta de tuerca bastante novedosa para este tipo de relato infantil.