La secuela de Ralph el Demoledor (2012) transporta a nuestros personajes favoritos del arcade al vasto y “misterioso” mundo de la Internet. Una vez más, Disney nos regala una película potente, ingeniosa y entretenida que ofrece una aventura distendida para chicos y, al mismo tiempo, filtra múltiples guiños cómplices para el deleite de los adultos. Wi-Fi Ralph demuele el mito de que las segundas partes nunca fueron buenas y nos sacude con un lindo mensaje sobre las amistades, los cambios en la vida y la importancia de ser y dejar ser sin invadir al otro. ¡Wi-Fi 10G!
Ficha técnica: Origen: Estados Unidos; Dirección: Phil Johnston y Rich Moore; Guión: Phil Johnston y Pamela Ribon; Elenco: John C. Reilly, Sarah Silverman, Gal Gadot, Taraji P. Henson, Jack McBrayer, Jane Lynch, Alan Tudyk, Alfred Molina, Ed O’Neill, Sean Giambrone; Producción: Clark Spencer; Distribuidora: Buena Vista; Duración: 112 minutos; Estreno en Buenos Aires: 03 de Enero de 2019.
Si alguien te hubiese dicho que en 2019 se iba a estrenar una película cómica para chicos en la que uno de los factores clave para generar risas era Internet, la hubieses descartado al instante. Porque seamos sinceros ¿Quién podría creer que el mundo de la World Wide Web resultaría atractivo, cuando hace al menos 20 años que estamos familiarizados con sus contenidos, dinámicas cambiantes, redes, sitios y datos? En otras palabras ¿Qué gracia podrías encontrar en el buscador de Google, Youtube, la Deep Web, los pop-up o las subastas on-line? La respuesta te sorprenderá, porque con mucha creatividad y una buena historia de por medio, Wi-Fi Ralph lo hace posible.
Pero nos estamos adelantando. Rebobinemos un poco (si, “rebobinemos”, total en esta review vamos a estar un poco en “plan nostalgia”): el disparador de la película es la rotura del volante de Sugar Rush, el arcade donde Vanellope es protagonista. Aprovechando la reciente conexión Wi-Fi del local en el que están, Ralph decide arriesgarse e ir al inmenso mundo de Internet en busca de un repuesto, puesto que si no lo consiguen el dueño de la tienda desconectaría Sugar Rush y dejaría a todos sus personajes a la deriva (Vanellope incluida). Ante la perspectiva de esta nueva aventura, la curiosa Vanellope se muestra muy entusiasmada, ya que ansía conocer lugares nuevos; no así Ralph, que es perfectamente feliz con su amiga y no desea abandonar su zona de confort ni afrontar cambios en su vida. Solo quiere que las cosas vuelvan a ser como antes.
A partir de allí, el filme desarrolla las peripecias y tribulaciones que atraviesan nuestros héroes para hacerse con el bendito repuesto, aunque claro, en el camino se sucederán situaciones que transformarán las motivaciones y perspectivas de ambos, al punto de que deberán enfrentarse para repensar su amistad.
Wi-Fi Ralph retoma con ingenio distintos elementos de Internet que tenemos incorporados a nuestra cotidianeidad y les da vida convirtiéndolos en adorables personajes super variados y eclécticos (desde un ansioso buscador de google que intenta completar todas las frases de sus interlocutores, pasando por insistentes “vendedores” de publicidad on-line, hasta glamorosas directoras de contenido de una famosa página de videos on-line).
No obstante, es necesario hacer una rápida aclaración: no es solo la representación de estos distintos elementos lo que hace atractiva a esta propuesta cinematográfica, sino la mirada desde la que el director Rich Moore (“Zootopia”, “Grandes Héroes”, “Ralph el Demoledor”) contempla, construye y redescubre este atrapante universo de ceros y unos. Porque Ralph -ese gigantón buenazo y atolondrado que en la primera entrega se esforzaba por ser aceptado como algo más que un villano- es un personaje que pertenece a la era analógica de los fichines, por lo que el mundo digital resulta desconocido para él. Es justamente este extrañamiento absoluto (sumado a la ya conocida torpeza e inocencia de nuestro héroe) lo que genera que la película esté repleta de gags y situaciones de humor absurdo sumamente ingeniosas y efectivas.
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Para decirlo en otros términos: si la principal fortaleza de Ralph el Demoledor (2012) era la nostalgia retro por el mundo cuasi-olvidado de los arcades, la virtud más notoria de Wi-Fi Ralph es el redescubrimiento de un mundo presente que tenemos completamente naturalizado pero que puede resultar igual de mágico y apasionante. Así, el nuevo filme de Disney es una especie de viaje que va de la prehistoria a la modernidad y de lo analógico a lo digital.
Una vez más, Disney hace gala de su habilidad para construir una obra con múltiples capas de sentido, posibilitando el disfrute de niños y adultos por igual. Además, también encuentra un hueco para auto-parodiarse criticando sutilmente el machismo de las viejas princesas de la franquicia (que aparecen todas juntas en una escena desopilante), cuyo único objetivo en la vida era ser rescatadas por un hombre.
En línea con películas como Moana (2016) o Frozen (2013), Wi-Fi Ralph pondera un modelo femenino fuerte, independiente y autónomo (encarnado en la figura de Vanellope) en donde el ideal de realización de las mujeres ya no recae en el enamoramiento o en la salvación del príncipe -goma- azul, sino en la lucha por afirmar la propia subjetividad para seguir sus deseos y anhelos más profundos (independientemente de lo que la sociedad les quiera imponer). En el caso de la princesita Vanellope, su ambición es convertirse en piloto de carreras del juego Slaughter Race, por lo que luchará a lo largo de toda la película para lograrlo.
De la mano de una factura técnica impecable y una animación deslumbrante, Wi-Fi Ralph no solo divierte y emociona, sino que además logra transmitir una linda enseñanza sobre la amistad, los cambios en la vida, el crecimiento personal y la importancia de ser y dejar ser sin invadir o poseer al otro. Una película demoledora.
Por Juan Ventura