La dupla animada necesita una gran excusa publicitaria, que Disney otorga amablemente, para que puedan volver a la pantalla grande.
Durante los últimos años Disney Animation ha dominado tanto la taquilla como crítica internacional, resultados que sigue logrando a pesar de que abandonaron (casi) por completo la idea de hacer películas animadas en 2D. No es casualidad que todas sus anteriores obras que fueron realizadas a lápiz y a papel estén siendo revividas en live action o en cameos especiales. Y así, en este contexto del nuevo siglo que aparece la segunda parte de Ralph. Un mundo dominado por el recuerdo de ayer pero que intenta a fuerza ser novedoso.
La nueva meta de la compañía es hacer su compilado animado más ambicioso sin que eso sea una una cuota notoria en la historia, ¿Cómo continuar una saga y agregar personajes ya manipulados? “Ralph Breaks the Internet“, secuela que se esfuerza en mantener el balance entre lo que se cuenta y lo que se vende.
Luego de seis años desde que Vanellope y Ralph formaron una amistad, se ven invertidos en una nueva aventura cibernética. Ahora la dupla tiene que buscar un reemplazo de una de los artilugios de la máquina de videojuegos donde habitan por toda la internet, pero el mayor problema será el de conseguir el dinero por tal articulo en un tiempo limitado.
No es difícil decir que lo más destacable del film sea la animación, ya que conocemos de antemano lo que vamos a ver en cuanto visual, la industria del ratón maneja gloriosamente todo su arsenal para que ese costado nunca sea una falla. Pensemos que en la animación siempre se ha visto a la internet como un mundo sin fin, por no ir muy lejos en un capítulo de “Los padrinos magicos” cuando Timmy se mete al mundo virtual para recuperar un email, en la apocalíptica reacción de “Summer War” de Mamoru Hosoda o en el mundo híbrido computarizado de “Tron”. El ciberespacio siempre ha sido un útil escenario para crear universos posibles con fuertes atractivos visuales.
En “Ralph”, todo la excusa redondea un enorme sketch, más cerca de un corto publicitario que de un largometraje, más cerca de la buena parodia que de una gran historia.
El foco central (o la excusa central) que tienen los protagonistas es la reforzar el concepto de amistad y poner a prueba entre ellos para ver cuánto se apoyan y necesitan para lograr sus sueños. Por el camino desfilaremos cameos de princesas, accesorios de Disney, sitios web, referencias poca graciosas y otras un tanto ingeniosas. Pero es ese ciclo de mantenerse de pie es lo que lo afecta, uno no terminar de comprender si el film quiere meter una ojeada masiva a Disneylandia o si realmente se preocupa por la vida de Vanellope en el transcurso. Una aventura empalagosa, pero no imposible de digerir.