Apropiada y entretenida secuela
Estrenada en 2012, Rompe Ralph resultó ser una propuesta animada más consagratoria de lo esperado, por lo que una secuela estaba en los planes inmediatos. Pero los tiempos de la animación dictaron una espera de seis años para que finalmente tengamos en las pantallas WiFi Ralph.
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Rompiendo Internet
Ralph y Vanellope viven felices en la central eléctrica de la tienda de arcades del Sr. Litwak. Todo cambia cuando al juego donde pertenece Vanellope se le rompe el volante y no pueden conseguir uno nuevo, dejándola ante la posibilidad de quedar abandonada y borrada de la existencia. Para resolver este problema, la pareja de amigos deberá surcar la internet en busca del único volante en existencia, lo que les planteará no pocos obstáculos.
WiFi Ralph se prueba entretenida de la mano de un guion rico en conflictos que sostienen la tensión. No obstante, estos no son solo físicos sino emocionales y temáticos. Sin ir más lejos, diría que la carne del relato descansa en estos últimos enfáticamente, sin por ello sacrificar la comedia y la aventura que venían prometiendo desde los trailers.
Una virtud a destacar del desarrollo narrativo es que satiriza muy inteligentemente la sobredependencia actual a las redes sociales, la desesperación por conseguir más seguidores, la búsqueda de la viralización haciendo el menor esfuerzo posible, y cómo los comentarios de un desconocido absoluto -puestos fuera de contexto- pueden sacar de quicio al más tranquilo.
Este es un componente muy sólido de la propuesta, aunque el corazón temático está puesto en otro lado: en el temor a quedar solo, de sacar a los celos fuera de la ecuación, de poder aceptar que hay seres queridos que han llegado mucho más lejos que nosotros y está en nosotros el soltarlos, no tanto para que puedan explotar su potencial, sino su felicidad, y que ese avance no significa necesariamente el fin de los lazos.
Por el costado de la técnica, la animación goza de una gran fluidez y posee una rica paleta de colores; crea efectivamente climas mediante la iluminación y sabe cuándo aprovechar la saturación sin tener que abusar de ella. El trabajo de voces de John C. Reillyy Sarah Silverman se prueba tan efectivo como en la primera película, ratificando la solidez y química de la pareja protagónica.