Luego de que el conocido y tierno personaje de Winnie The Pooh pase a ser de dominio público, al director británico Rhys Frake-Waterfield se le ocurrió llevar a las creaciones infantiles de A.A Milne al terreno del terror. ¿El resultado? Un pobre ejercicio oportunista sin demasiada creatividad.
Cuando se anunció que se estaba haciendo un film de bajo presupuesto en clave de slasher, donde Winnie The Pooh se convertía en un oso asesino, parecía haber cierto potencial para algo realmente interesante si se llevaba a cabo de buena manera. El problema es que el largometraje titulado «Winnie the Pooh: Blood and Honey» solamente busca de manera apresurada hacerse con la galería de personajes conocidos y llevarlos al género pero sin demasiada novedad.
El largometraje inicio a con un prólogo animado donde se nos relata cómo al crecer y partir hacia la universidad, el joven Christopher Robin (Nikolai Leon) se ve obligado a dejar a Pooh, Piglet, Igor y los demás en la soledad del bosque de los cien acres. Allí, los animales comienzan a tener problemas para conseguir comida y valerse por si mismos, lo que los lleva a convertirse en despiadados asesinos que odian a los seres humanos. Un día Christopher Robin decide volver al lugar pero las cosas ya no son tan felices como antes.
La única creatividad que se puede vislumbrar en el relato pasa por las diversas formas en que Pooh y Piglet asesinan a los jóvenes que se ven en el relato, con un derrotero tan sanguinolento como efectivo en lo que respecta a los efectos prácticos (algo que ya habíamos visto en «Terrifier», film con el cual podría emparentarse por su bajo presupuesto e igual éxito en la taquilla norteamericana).
No obstante, el gran problema de la película radica en su esquemático guion que parece acumular varias secuencias de asesinato sin demasiada inventiva, apoyándose en un grupo de personajes que no logran generar interés. Las subtramas de algunos personajes (por ejemplo la de María) son sugeridas pero no terminan de desarrollarse lo suficiente como para darles mayor dimensión.
Incluso en lo que respecta a lo estrictamente técnico tenemos algunos problemas de continuidad y de montaje, que entorpecen la experiencia.
«Winnie the Pooh: Miel y sangre» es una película que pese a partir de una premisa que se veía como atractiva y original, termina siendo fallida por su convencionalidad, su torpeza técnica y narrativa, asi como también debido a un elenco algo incómodo con sus desdibujados personajes. Una oportunidad desaprovechada.