Winter, el delfín, es una emotiva película basada en un hecho real que ocurrió hace unos años en el acuario marino de Clearwater, en Florida, Estados Unidos.
La historia de esta delfín recorrió el mundo y se convirtió en todo un ejemplo de perseverancia e inspiración especialmente por la manera en que superó su rehabilitación luego de perder su cola a raíz de un accidente.
El film fue dirigido por Charles Martin Smith, un actor muy conocido (aunque su nombre no te suene en el acto), quien en el pasado se destacó en clásicos del cine como American Graffiti, de George Lucas y Los Intocables (era el contador del grupo de Eliot Ness), de Brian De Palma, entre tantos otros filmes.
Su trabajo en esta película es genial porque la trama está muy bien contada y logró encontrar la sensibilidad exacta para llegar al corazón del espectador, sin la necesidad de exagerar con golpes bajos o escenas melodramáticas.
Tampoco cayó en los clichés de las películas con animales de Hollywood, onda Liberen a Willy, y eso es un plus que tiene esta propuesta, porque desde su narración es muy honesta y brinda un gran mensaje positivo.
Si bien a los hechos le agregaron una estructura dramática para contar esta historia desde la ficción, el trabajó de Smith se concentró en describir la experiencias que vivió Winter en el acuario y el grupo de personas que le salvó la vida.
El director eligió como protagonistas a dos niños muy espontáneos que no contaban con grandes experiencias en el cine, como Nathan Gamble y Cozi Zuehlsdorff y los rodeó de veteranos que tienen muy buenos momentos a lo largo del film.
Especialmente Morgan Freeman y Harry Connick Jr.
De todas las producciones que se hicieron con animales en el último tiempo la historia de esta delfín es claramente una de las más logradas, ya que lidia con temáticas serias, como las discapacidades físicas, y se encarga de expresar un mensaje positivo al respecto.
Winter es una gran película familiar que merece su recomendación.