Basada en una historia real que relata la manera en la que un delfin hembra llamado “Winter” (“Invierno” en inglés), como explica una de las protagonistas en una linea confusa, es rescatada luego de caer en una trampa para cangrejos. Por la cual su cola permaneció demasiado tiempo sin circulación, cuestión que ocasionó la terrible decisión de ser amputada. El delfín utilizado en el film es el real, también se utiliza algún delfín mecánico y por supuesto a todo esto se suma animación (en parte para la seguridad del animal); lo secunda un niño que logra una conexión increíble con el mamífero acuático.
El film busca atraer la atención del público al presentar figuras como Morgan Freeman, el cantante Harry Connick Jr. y Ashley Judd. Sin embargo a pesar de las estrellas, el film calificado para toda la familia, es demasiado simple; puede resultar entretenido para los menores pero carece de guiño alguno para adultos. Los diálogos del pecoso Nathan Gamble son un suplicio y el espectador espera con ansias la aparición del Dr. McCarthy, especialista en prótesis , interpretado por Morgan Freeman, quien le brinda un poco de oxígeno al elenco.
No hay mucho más que pueda agregarse en esta repetición de fórmula sobre relación de un niño con problemas para expresar sus sentimientos luego de ser abandonado por su padre. Gracias al delfín, fortalece el vínculo con los adultos y crea nuevas amistades. Con reminiscencias al film Liberen a Willy (1993) del cual, Karen Janszen es también una de las guionistas.
Al film le resulta difícil escapar de la estricta moral estadounidense. Mientras que el relato nos muestra la rehabilitación final del mamífero, esta edulcorada situación contrasta con la de un campeón estatal de nado que sufre un accidente.
La dirección recae en Charles Martin Smith quien reutiliza la fórmula de generar un lazo entre un niño y un animal, cayendo en golpes bajos, estereotipos y lugares comunes; elementos que terminan conjugándose en esta olvidable experiencia.