Una vida de película
El director Robert B. Weide persiguió durante décadas a Woody Allen para filmar un documental sobre su vida. Cuando el cineasta neoyorquino —que siempre huyó de las entrevistas— le dio finalmente el sí, la mitad del trabajo ya estaba hecha. El mayor logro de “Woody Allen, el documental” es conseguir que el mismo director de “Manhattan” se ponga frente a las cámaras para dar su punto de vista. Este es un documental biográfico clásico, sin sorpresas, aunque tiene algunos hallazgos, como una antigua entrevista a la madre de Woody y los relatos de los comienzos de su carrera. También hay testimonios de personajes clave como productores, actores y colegas. Sin embargo, la voz que más pesa es la del propio protagonista, que por primera vez nos lleva hasta la casa de su infancia y al cine de Brooklyn donde alimentó sus sueños de artista. El director muestra además el “primitivo copy and paste” con tijeras y abrochadoras con el que arma sus guiones. Así Weide lograr retratar a un Allen un poquito menos neurótico y más vulnerable (aunque sus obsesiones siguen intactas). Lo que sí se le puede reprochar al documental es que está muy atado a la narración cronológica y al final se torna un poco denso. Esto tiene que ver también con que la filmografía de Allen es demasiado larga y en los últimos diez o quince años, con raras excepciones, dio películas francamente flojas.