Woody, el artista incansable
El director Robert B. Weide realiza un homenaje al legendario director de Medianoche en Paris (Midnight in París, 2011) con su film Woody Allen, el documental (Woody Allen: A documentary, 2012), cuyo mayor inconveniente es no aportar ninguna nueva visión sobre el cineasta neoyorkino. Todo lo que sabemos o podemos imaginar sobre Woody Allen está expresado en el documental. Sin embargo quien disfrute de su cine, no encontrará desperdicio en un recorrido exhaustivo por su obra.
El documental tiene una estructura tradicional: empieza por los comienzos de la vida y obra del artista, con innumerables entrevistas a las personalidades indicadas, y fragmentos de sus películas más destacadas. Su mayor atractivo es ir desentramando las obsesiones temáticas del realizador y mostrarlas a través de su representación en pantalla (sus películas). Su período de comediante físico se verá en fragmentos de Bananas (1971) y El dormilón (Sleeper, 1973), sus conflictos existenciales en Interiores (Interiors, 1978) y Stardust Memories (Stardust Memories, 1980), mientras que su visión de las relaciones matrimoniales se verá reflejada en Annie Hall, dos extraños amantes (1977) y Manhattan (1979), por citar sólo algunos ejemplos.
La obra de Woody Allen es extensa, y el director Robert B. Weide busca en la personalidad excéntrica del cineasta los motivos: la finitud de la existencia humana. Tema angustiante y reiterativo en sus films, parecen ser el motor de su prolífera producción. Así mismo, el documental no expone ninguna faceta desconocida acerca del realizador de Zelig (1983). No hay un dato, una entrevista, una información que no exprese admiración sobre Woody Allen, que no homenajee su figura, su obra. Si bien no deja de ser sumamente enriquecedor para los fanáticos de sus películas, carece de un criterio propio como documental.
En este aspecto es más interesante el documental Blues del hombre salvaje (Wild Man Blues), trabajo de 1997 acerca del Woody Allen músico, clarinetista, de gira con su banda por Europa. En él podemos apreciar al neurótico en su vida diaria, y comprender su relación y visión de mundo tan particular. Como documental que acerca una mirada sobre una figura tan destacada y querida es mucho más enriquecedor.
Volviendo a Woody Allen, el documental, hay que reconocer –más allá de las limitaciones del convencional trabajo- la influencia de Robert B. Weide sobre el cineasta para permitirle realizar este trabajo. Woody Allen no suele dar entrevistas ni prestarse a apariciones públicas. Cuando se lo buscó para el documental declaró no estar interesado porque “no valía la pena realizar un documental sobre él”. ¿Tendencia a la baja autoestima? ¿Una postura adrede? No lo sabemos, lo cierto es que finalmente dio la entrevista para este trabajo y eso ya es un logro.
Vale agregar que existe una versión en internet del mismo documental de tres horas de duración (la estrenada no llega a las dos horas) para el público interesado.