Partido homenaje
Cuando un gran jugador de fútbol entra en decadencia, es decir cuando la tribuna festeja exageradamente las dos jugadas “con su sello” que hace por partido, no está mal hacerle un homenaje para no olvidar que el veterano al que, por su trayectoria, la tribuna le perdona su discreta actualidad, en el pasado ganaba campeonatos él solo. Es el caso de Woody Allen, al que le llegó su merecido agasajo en forma de documental que además sirve para que el poco exigente espectador de cine de hoy en día se dé cuenta de que los puntos altos de Allen no son ni Match point (2005) ni Medianoche en París (2011) sino las cuatro o cinco obras maestras que cambiaron la forma de hacer comedia y que lo erigieron como uno de los íconos culturales del último cuarto del siglo pasado.
Por suerte, la persona que nos recuerda que Woody Allen, con sus derrapes, es un grande en serio, es Robert B. Weide, nombre casi desconocido en estas tierras, pero que es un profundo conocedor de la tradición americana de la comedia, pues ha producido documentales como The Marx Brothers in a nutshell (1982), The great standups (1984) y Lenny Bruce swear to tell the truth (1998) y además dirigió varios episodios de Curb your enthusiasm, una de las mejores sitcoms de los últimos años, protagonizada por Larry David, uno de los creadores de Seinfeld.
A pesar de que en lo formal, el film no deja de ser el típico documental de cabezas parlantes, es sorprendente verlo a Woody tan suelto frente a una cámara hablando de su infancia, sus comienzos en el show business, contando secretos de sus películas e incluso mostrando la casa y el vecindario de Brooklyn donde creció. Todo esto es de vital importancia ya que, aunque Allen no lo reconozca del todo, gran parte de su existencia está reflejada en su obra. Weide es consciente de esto y, acertadamente, a medida que W.A. cuenta su vida, nos va mostrando escenas de películas en las que sucede exactamente lo que Woody está relatando en ese momento. Ejemplos de ello es la escena del niño que le cuenta al médico su miedo a la muerte en Annie Hall (1977) o la del chico que comparte el hogar familiar con tíos y primos empobrecidos por la Gran Depresión en una pequeña casa en la que sus padres, a pesar de quererse, se llevan a las patadas, tal como se ve en esa joya llamada Días de radio (1987).
Además de lo interesante que es ir siguiendo los pasos que fue dando W.A. para llegar a ser un genio del cine, es sorprendente ver cómo no quedó conforme con el éxito comercial de la primera película que escribió, ¿Qué hay de nuevo, Pussycat? (1965), sino que, al sentirse decepcionado por el resultado artístico del film, decidió desde ese momento escribir los guiones de sus películas y dirigirlas, además de retener el control creativo de todos sus proyectos. Otro acierto del documental es que no esquiva la escandalosa separación de Mia Farrow debido al romance que Allen mantenía con la hija adoptiva de esta, sino que trata el tema con altura al no escarbar en detalles íntimos, limitándose a mostrar la repercusión del caso en la prensa mundial y el modo en que semejante descalabro emocional afectó el trabajo del director neoyorquino.
Aunque se nota claramente que Weide no le hizo caso a Woody Allen, quien le había pedido que el documental no sea un homenaje, pues no aparece ninguna voz contraria a la del crítico que postula que la decadencia de W.A. se debe sólo a que parte del público lo considera “pasado de moda”, este es un film muy disfrutable, ya que Allen siempre fue reacio a las entrevistas, por lo que se valora la oportunidad de ver a W.A. explicando cómo influencias tan disímiles como Groucho Marx e Ingmar Bergman se conjugan magistralmente en sus films y de saber sobre sus peculiares métodos de producción y de cómo logra grandes actuaciones de los intérpretes que trabajaron con él a pesar de que casi no habla con ellos.
El documental cuenta con la participación de estrellas que estuvieron bajo sus órdenes como Antonio Banderas, Josh Brolin, Penélope Cruz, John Cusack, Larry David, Seth Green, Mariel Hemingway y Scarlett Johansson, entre otros. También aparecen los directores de fotografía Gordon Willis y Vilmos Zsigmond; su hermana y productora, Letty Aronson; los productores Robert Greenhut y Stephen Tenenbaum; sus representantes Jack Rollins y Charles H. Joffe; y su directora de casting Juliet Taylor.