Auguramos éxito para esta película en Buenos Aires, una de las catedrales allenísticas del planeta. Tiene el defecto de su poca inventiva formal, y la virtud de dejarnos recorrer los contornos menos conocidos de un personaje al que conocemos más por las ficciones que ha hecho de él mismo que por su propio proceso creativo. Aparecen, pues, tanto el Woody lugar común como el otro, el que resuelve como un matemático (a veces falla, claro) sus ficciones. Otro film amable.