Acción mutante.
Como lo anunció el propio director Bryan Singer, X-Men: Apocalipsis (X-Men: Apocalypse, 2016) llega para concluir el arco de “First Class” que también incluye a X-Men: Primera Generación (X-Men: First Class, 2011) y X-Men: Días del Futuro Pasado (X-Men: Days of Future Past, 2014). Es la cuarta oportunidad en la cual el director de Los Sospechosos de Siempre (The Usual Suspects, 1995) se pone detrás de cámara para dirigir a los mutantes salidos de las páginas de los cómics de la factoría Marvel, aprovechando para dar clausura a una etapa y dejar la puerta abierta para una nueva.
Tras lo sucedido en X-Men: Días del Futuro Pasado, Raven/ Mystique (interpretada nuevamente por la ganadora del Oscar Jennifer Lawrence), está tras la pista de Magneto (Michael Fassbender), quien se refugió en un pequeño pueblito de Polonia y formó una familia a puro perfil bajo, una subtrama que dura el tiempo justo y necesario para que el personaje pueda volver a hacer lo que todos esperan. Al mismo tiempo Apocalipsis (Oscar Isaac), el mutante más antiguo y poderoso del mundo, despierta tras varios milenios y reúne a sus cuatro “Jinetes” para comenzar una limpieza del planeta que no distingue entre humanos y mutantes. Entre sus jinetes se encuentra Psylocke (Olivia Munn), Storm (Alexandra Shipp), Angel (Ben Hardy) y el propio Magneto, quien -al igual que durante toda esta saga- alterna entre el bando de los villanos y el de los héroes constantemente. Y es así cómo el Profesor Xavier (James McAvoy) reúne a estudiantes y egresados de su instituto para combatir la amenaza.
Previamente Singer había comentado que Apocalipsis iba a ser una película de destrucción “al estilo Michael Bay o Roland Emmerich”, con un villano lo suficientemente poderoso como para arrasar con todo… y sí, para ser sinceros un poco de miedo nos causó la analogía. El film no escatima en secuencias de ciudades derrumbadas, amenazas nucleares y demás escenarios desoladores que pudieran servir de telón de fondo para el enfrentamiento entre los mutantes.
Llamémoslo conveniencia de marketing o fidelidad a las fuentes, pero el hecho es que tras lo sucedido en X-Men: Días del Futuro Pasado la línea temporal se modificó de manera tal que permitió el regreso de personajes clásicos y queridos del universo X-Men: Wolverine, Cyclops, Storm, etc. Y tal vez por una mera cuestión del star system, se nota un esfuerzo extra por lograr que el personaje de Jennifer Lawrence sea percibido por la audiencia como una pieza fundamental. Aunque a decir verdad, su participación no es relevante en ninguno de los momento cruciales del relato. Tal vez lo más destacado sea la psicología del villano de turno: Apocalipsis es un enemigo que se cree más Dios que mutante, y eso lo hace tener las líneas más interesantes cuando habla sobre el poder absoluto, la dominación y las falencias intrínsecas de los seres humanos.
El guión de Simon Kinberg logra que cada uno de los personajes tenga su momento para lucirse en mayor o menor medida, y no se siente esa aglomeración de superhéroes tan común en producciones similares. Pero por otro lado, el tercer acto y su consecuente clímax resuelve el conflicto de forma bastante estándar y no logra esa espectacularidad que el marco sugería inicialmente.
En términos generales, X-Men: Apocalipsis cierra una etapa del universo cinematográfico de los X-Men de manera sobria pero sin dejarnos con la boca abierta, evidenciando que la saga alcanzó su pico en la entrega anterior.