Llegó la nueva película de X-Men y la pone bajo la lupa un fanático de la competencia.
X-Men: Apocalipsis es sin lugar a dudas la adaptación más fiel de una historieta al cine que ví en mi vida.. Habiendo esclarecido eso, no se si alguna vez tuvieron oportunidad de leer los comic de X-Men de los años ochenta, pero eran realmente malos. ¡A no confundir! Son emblemáticos, precursores en su propio género y crearon historias que al día de hoy se recuerdan como mitología Pop contemporánea, lo que no significa que hayan sobrevivido bien al paso del tiempo. Vayan a cualquier kiosco de revistas y compren “Days of Future Past” o la saga de “Dark Phoenix” y se van a encontrar con paredes de texto densas como libro de Ciencias Sociales de séptimo grado y la particularidad de personajes anunciando sus acciones, por más que las estamos viendo dibujadas. Esto último es comprensible en un radioteatro tal vez e inclusive aceptable hace 30 años en un medio que se estaba inventando a sí mismo, pero trasladar todo esto a la pantalla grande es el último clavo de adamantium en el mutante ataúd cinematográfico de Bryan Singer.
Apocalipsis es, irónicamente, un nombre muy apropiado para un película que sólo puede ser contada a través del caos. La narrativa tiene la estructura de un Palo Borracho, la continuidad con el resto de las películas es inexistente y el casting es un experimento fallido de llevar nuevas caras bonitas a la pantalla grande. La idea de la película es situar a los espectadores delante de toda esta masa amorfa de CGI y darles dos horas y media para que intenten desenredar los cambios de guión, las escenas agregadas y los cameos injustificados, intentando encontrar una película en algún lugar. Y nadie puede negar que hice el esfuerzo. Dentro de toda esta construcción que parece el hijo malforme de equipos de guionistas rotativos, productores ejecutivos caprichosos y un director que se esfuerza demasiado, existen destellos de colores en forma de fan service que hacen las veces de bálsamo sobre la herida abierta. Lamentablemente, el colmo de esta situación es que la mayoría de estos guiños aparecieron en los trailers y hasta algunos nos mintieron, mostrándonos personajes que en el corte final, apenas aparecen caminando por el fondo de alguna toma de exposición innecesaria.
Porque si hay algo que define a X-Men Apocalipsis es el término “innecesario”. Todos los personajes y sus motivaciones son un cuento de la Buena Pipa que nunca llega a ningún lado a pesar de que el interminable proceso que arrancaron hacia una dirección, se terminaba con un solo paso en la dirección opuesta. Apocalipsis quiere destruir el mundo, por lo cual su primer paso es destruir todas las armas de destrucción masiva del planeta, para que el daño venga de los poderes de sus cuatro jinetes, los cuales aún potenciados, destruyen todo a la velocidad de una conexión Dial Up. Quick Silver quiere decirle a Magneto que es su hijo, pero en las tres oportunidades que están frente a frente y dice la oración “Yo soy tu...” termina arrepintiéndose. Todo este baile de novela adolescente estirada, termina llevando a que las dos horas y media parezcan prolongarse sin fin aparente, donde como si fuéramos Alex en “La Naranja Mecánica” tenemos que atestiguar con nuestros propios ojos como, al no saber cómo explicar todo lo que pasa en pantalla, los personajes repiten las frases de sus interlocutores para dejarlas en claro. Esto es peor aún, cuando anuncian sus propios sentimientos o poderes, antes de ejecutarlos, como si no hubieran gastado el capital de algún pequeño país tercermundista en realizarlos con animación computarizada.
En resumidas cuentas, es una película que se esfuerza demasiado por ser espectacular y, al margen de no lograrlo, resigna argumento y actuaciones en el proceso. La gente muere por situaciones dignas de segmentos de Benny Hill, ninguno de los cuatro jinetes tiene motivo alguno como para sumarse a Apocalipsis y por alguna razón que jamás me enteré en todos mis años de leer X-Men, las corrientes eléctricas interrumpen los poderes mutantes. Para cerrar con el mismo argumento que inicie este análisis y con el fin de justificar el único punto que le concedo al film, si en algo se parece este producto a las historietas de los ochenta, es a la espectacularidad de las escenas. En esa época, los mutantes eran algo más que un super héroe, eran personajes un poco más reales con habilidades increíbles y da gusto verlos ejecutarlas en pantalla, por más que las peleas carezcan de coreografías y se reduzcan a los actores parados en el set con sus manos estiradas para que luego los artistas incluyen los efectos especiales chocando en medio. Golosinas para los ojos, demasiado tarde y en muy poca cantidad.
X-Men Apocalipsis es una canchereada de un director muy seguro de su producto. Puedo honrar y comprender que esté enamorado de su visión y su ideal, pero es hora de que alguien le avise que no funciona. En una escena ideal para levantarse e ir al baño en medio de la película, los miembros más jóvenes del equipo salen del cine luego de ver “El Regreso del Jedi” y discutiendo las pelis de Star Wars argumentan que las terceras partes son las peores. Quien escribió esta línea debe estar muy orgulloso del palo autoimpuesto a X3, pero no se dio cuenta que Apocalipsis también es la tercera parte de esta segunda trilogía y tal vez se merezca la dilapidante clasificación, aún más que su predecesora de 2006. El desfile de personajes que se turnan para tener sus veinte segundos en pantalla con excusas irrisorias aún para una historia de personas con super poderes, no terminan de justificar el precio de la entrada. Llamen a Ryan Reynolds o bajen el telón de Fox.