Este parece el momento ideal para una piña. Es el momento que los críticos norteamericanos aguardan durante semanas y hasta meses, las de agarrar una superproducción fallida y lapidarla con todas las piedras que tengan a mano. Incluso llego a pensar que los tipos estuvieron cocinando durante meses decenas de insultos creativos para estrenarlos cuando la ocasión lo amerita. Ciertamente X-Men: Dark Phoenix no es una abominación total pero todo el mundo deambula con poca energía: el director / guionista, la gente de efectos especiales, el elenco. Low Battery, Asis. Es como si a la franquicia les hubiera drenado las ganas y el impulso creativo. Si Apocalypsis era chata, ¿por qué seguir insistiendo y no dejar expirar la saga con un dejo de honor?. Pero no; los superhéroes están de moda y hay que exprimir hasta el cansancio las licencias compradas, aunque el director original (Bryan Singer) se haya convertido en un impresentable, aunque el puesto de mando lo herede un tipo sin experiencia en la dirección (Simon Kinberg, guionista de toda la vida de la saga; ¿qué es esto? ¿Star Trek, donde todos van rotando de puestos y se convierte en un laburo familiar?) y aunque el elenco quiera tirarse por la ventana para agarrar trabajos dramáticos mas desafiantes en vez de seguir en una franquicia agotada. Todos parecen pasados de Valium y las secuencias de acción carecen de adrenalina. ¡Rayos!. Y yo que creí que dormíar demasiado por tener hipotiroidismo…
Como franquicia los X-Men nunca fueron mis favoritos. Me gustaron algunas cosas de la rama principal (First Class, Días del Futuro Pasado) y sobre todo los derivados (Wolverine, Logan, Deadpool 1 & 2), simplemente porque tenían menos gente, estaban menos congestionadas y tenían mas tiempo para desarrollar los personajes, amén de que Singer nunca me gustó como director de acción hasta Days of Future Past. Pero al menos en el principio el cast original era veterano, fogueado y exudaba carisma y sexualidad animal. Acá todos parecen unos palurdos, un grupo de pibes haciendo cosplay. ¿Dónde quedó esa sensualidad amenazante de Famke Jansen, el magnetismo animal de Hugh Jackman o siquiera la cara de niño bonito de James Marsden?. Ni que hablar de Rebecca Romijn caminando en pelotas por el set con una capita de tintura azul nada más. Era gente que hacía funcionar al personaje por presencia y pose, compensando las omisiones del libreto y acercándose al preconcepto que uno tenía después de haber leído el comic. Pero acá no hay nada de eso. La Lawrence (por mas bonita, simpática y canchera que sea) parece un muñequito de tablero de auto con esa ridícula peluca pelirroja, Tye Sheridan tiene un cogote feo, Alexandra Shipp no tiene la elegancia de Halle Berry y hasta Nighcrawler parece un niño perdido en la fiesta de disfraces de Halloween. Y de los principales, sólo Fassbender parece vivo, exudando rudeza y enojo aunque claro, impulsado por inercia mas que por el libreto que no tiene ganas de desarrollar personajes ni situaciones dramáticas. Ni siquiera Sophie Turner (convertida en una bella amazona) puede hacer otra cosa que llorar, moquear, enojarse y mostrar las bubies (a veces esas remeras blancas ajustadas son extremadamente distrayentes!). Digo, esta mina perdió a sus padres, es el mutante telépata mas poderoso del mundo luego del Profesor X y ahora, que está contagiada por un virus espacial, sólo se limita a rebotar de un lado para otro mientras se soba los mocos. Es la gran protagonista de la tragedia que forma el núcleo del filme y ni siquiera su perfil dramático está desarrollado como corresponde. Debería despertar compasión (es una inocente atrapada en una situación no deseada que puede costarle la vida y que puede lastimar a los que mas quiere) pero te resulta indiferente. Lo mismo que James MacAvoy / Charles Xavier que termina siendo el villano de la película ya que “penetró” la mente de Grey / Turner cuando tenía 8 años y le hizo un lavado de cerebro para que olvidara la muerte de sus padres. Cuando el tipo se da cuenta de que hizo muy mal (¿qué sentido tenía? ¿acaso no todos los mutantes pasan por situaciones dramáticas y discriminación toda su vida? ¿qué necesidad había de hacer algo especial con la Turner?) se limita a un escueto “lo siento”.
Pero todo está desequilibrado en X-Men: Dark Phoenix. Segunda iteración de la saga Fenix Oscuro – considerada una de las mejores historias de los Hombres X -, la versión nueva es tan pálida que X-Men 3: The Last Stand (basada en el mismo concepto) parece Shakespeare en comparación. El profesor X no tiene prurito ninguno por manipular las personas. Mystique es ahora una capitana que se la pasa dando órdenes… ¿y con qué autoridad o experiencia en combate?. Jean Grey es una blandengue llorona que pasa del frío al calor en dos segundos, otra que bipolar. Magneto ahora es un hippie que cultiva zapallitos en una comunidad mutante new age pero, rayos, cuando quiere salir de la mugre, la mugre vuelve a atraparlo (como decía Al Pacino en El Padrino III). Hizo las paces con Dios, la Humanidad y medio universo pero debe regresar en modo venganza porque le mataron a su amigovia Mystique (ups, spoilers!) ya que la Lawrence estaba harta de estar en la franquicia. Digo, todos estos personajes están mal, no eran así en las entregas anteriores ni mucho menos cuando estaba el cast original. Parte de este problema es que adoptaron el enfoque de Star Trek: El Futuro Comienza , usando el viaje en el tiempo de Days of the Future Past como una especie de reboot sobre la marcha para cambiar el futuro y no entroncar con lo que conocimos de los Hombres X en la era de Patrick Stewart e Ian McKellen. Y para colmo deben enfrentarse a una amenaza tan anónima como anodina como son los aliens que comanda (sin mucho entusiasmo) Jessica Chastain.
Todo se ve pobre y poco inspirado. El combate en Nueva York está mal dirigido y aburre, y Kinberg parece redimirse un poco con la batalla campal en el tren en donde Magneto entra en modo ninja y liquida tipos a lo pavo con metralla del vagón de metal donde viajan, pero el final es anodino. Todo es anodino. Considerando la filosofía racista / genocida de Magneto, es ridículo verlo jubilado así como verlo en el retiro al profesor X. No es la filosfía del comic. ¡Por Dios, llamen a Zak Penn o a alguien que entienda de la historieta!.
X-Men: Dark Phoenix es el clavo final en el ataúd de una larga franquicia que viene a los tumbos desde hace dos películas. El final de una saga debe ser espectacular y precisa un director experto y Kinberg no lo es, poniendo a la platea a dormir o indignando con sus ocurrencias y sus personajes huecos. El drama humano brilla por su ausencia, las disculpas y los perdones son demasiado rápidos y no creíbles, la acción es inocua y no hay nada atractivo en el filme, nada que siquiera te enganche como para verlo una segunda vez. Definitivamente un film olvidable cuyo mayor mérito es ser el mojón final de la carrera para que los derechos pasen de una vez por todas a Marvel y retome la franquicia para aplicarle toda su magia en un reboot que, espero, no esté muy lejano.