Era la crónica de una muerte anunciada.
Los avances no eran prometedores y el enorme desgaste que arrastra esta franquicia ya había afectado notablemente la última entrega, Apocalipsis, estrenada en el 2016.
El nuevo film de los X-Men estuvo plagado de problemas con numerosos reshoots que a último momento intentaron atenuar las reacciones negativas que obtuvo el estudio Fox en las funciones de testeo con el público.
La realidad es que nadie esperaba que brindaran una película de la calidad de Logan, pero sí que se hiciera un esfuerzo por darle un cierre digno a una saga que reinventó el género superhéroes en la industria de Hollywood.
Los mutantes merecían una despedida más noble y en esta cuestión reside la mayor decepción de este estreno.
Dark Phoenix es un film bastante aburrido donde sobresale el desgano de los actores en estos roles y la incapacidad y pereza de los realizadores por hacer algo interesante con este conflicto.
Un arco argumental clásico de los cómics de Marvel que ya se había trabajado de un modo paupérrimo en X-Men 3.
Lamentablemente, la nueva adaptación que se presenta en esta oportunidad, con un reparto diferente, no es superior.
Básicamente es una remake pobre del film del 2006 sin Wolverine.
Toda la caída de Jean Gray acá se resumió de un modo tonto y acelerado y la dirección de Simon Kinberg nunca consigue generar situaciones dramáticas o de suspenso relevantes para capturar la atención del público por el relato que se narra.
Tampoco resultó de gran ayuda que el personaje principal quedara a cargo de una gélida Sophie Turner, quien parece haber trabajado en esta producción completamente anestesiada.
La actriz no trasmite ninguna emoción genuina a lo largo del conflicto y presenta el mismo nivel de desgano que sus compañeros.
Todas las grandes figuras, como James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence y Nicholas Hoult ofrecen interpretaciones en piloto automático como si no hubieran tenido ganas de ser parte de este proyecto.
Durante el desarrollo del film en ningún momento se gesta algún clima de despedida de la franquicia porque el espectáculo se plantea de un modo genérico sin ningún tipo de creatividad por hacer algo interesante con esta historia.
En esta oportunidad incluyeron como villanos a un grupo de alienígenas patéticos, que son un robo de los Skrulls que aparecieron en Capitana Marvel y no hacen otra cosa que brindar el peor personaje en la carrera de Jessica Chastain, quien tiene un rol penoso en esta producción.
La culpa no es de ella que es una gran artista sino del director que jamás supo aprovecharla dentro del argumento.
El rol de Chastain lo podría haber interpretado cualquier actriz ignota o debutante que era lo mismo porque el aporte que presenta es irrelevante.
En el pasado los primeros filmes individuales de Wolverine fueron flojos y tuvieron sus problemas pero al menos ofrecían un espectáculo entretenido dentro del género.
Por el contrario, Dark Phoenix resulta bastante aburrida y quienes lleguen cansados al cine corren con grandes chances de terminar en los brazos de Morfeo debido a la dirección desapasionada de Kinberg.
La secuencias de acción son un bodrio absoluto, en parte porque repiten las mismas situaciones redundantes que vimos en todos los filmes previos y tampoco hubo una intención de sorprender con algo diferente.
Personajes como Quiksilver que Brian Singer supo hacer brillar en este tipo de momentos en manos del nuevo director terminaron completamente desaprovechados.
Todo se resuelve de un modo muy predecible y el film no hace nada por darle una conclusión más emotiva y decorosa a una saga que le brindó tanto al estudio Fox.
Esquilmaron los personajes al máximo y cuando se les acabó el negocio porque Disney compró el estudio los desecharon con una película desganada como Dark Phoenix.
Por lejos, la peor propuesta de la saga X-Men y eso que detesté en su momento la tercera entrega dirigida por el proscripto Brett Ratner.
El punto es que si los realizadores y artistas contratados no presentan el menor entusiasmo a la hora de brindar un producto más digno cabe preguntarse por qué el público debería pagar una entrada al cine para ver estos espectáculos soporíferos.
Queda la esperanza que los mutantes algún día vuelvan a resurgir con un tratamiento más cariñoso en el Universo Marvel, aunque después de estas últimas producciones lo ideal sería que los dejaran descansar un par de años.