Despareja “X-Men”, ahora en la guerra de Vietnam
Luego de mezclarse con la crisis de los misiles, ahora los X- Men deben meterse en la era de la guerra de Vietnam. Esta premisa parece de por sí atractiva, pero no es todo lo que sucede en una película por un lado demasiada complicada y, por otro, repetitiva.
Es que en realidad los superhéroes están en un futuro desolador en el que la guerra contra los mutantes unió a lo peor de la humanidad para darle rienda suelta a unos robots asesinos llamados "Centinelas". Para salvar al mundo hay que volver en el tiempo a 1969, el día que, en un rapto de venganza, Mystique asesinó a sangre fría al malvado científico que inventó el proyecto Centinela. Ella no se dio cuenta de que al cometer el asesinato, en vez de detener el proyecto lo potenció, dado que la administración Nixon se convenció de la peligrosidad de los mutantes.
El que viaja en el tiempo es Wolverine, aunque la manera de realizar el viaje no es de lo más ortodoxa. Sólo viaja con su conciencia, que se encuentra dentro de su versión de él mismo en el pasado, donde tendrá que convencer a Xavier y a Magneto de que trabajen juntos para evitar que Mystique cometa el asesinato y así poder cambiar la historia. La primera parte del viaje en el tiempo es lo mejor del film, con Hugh Jackman conociendo al joven Xavier, que ya no es profesor porque la división entre mutantes lo quebrantó. Hay una excelente escena de acción en Vietnam, y una divertida intrusión mutante en la conferencia de paz de París. Pero, a diferencia de la película anterior que sabía como meter a los mutantes en la historia de la Guerra Fría sin distorsionar los resultados, aquí puede pasar cualquier cosa, lo que si bien aporta algunas humoradas, le quita toda seriedad a un complicado argumento que termina resultando cansador.
Hay un gran momento cuando hay que liberar a Magneto de una cárcel hipersegura en la profundidad del Pentágono. En esa escena, el mutante con el don de congelar el tiempo resulta esencial para lograr la fuga, y el director usa todo su talento para convertir la situación en una especie de clip con música hippy que funciona de una manera irónica pero tambien poética. Lamentablemente, un momento superlativo como éste no se repite, y en cambio hay buenas escenas dispersas, como el aterrizaje de Magneto en un estadio vacío que transformará como arma, o la lucha contra los primeros Centinelas presentados por el mismísimo Nixon con la mayor pompa. Michael Fassbender se roba la película junto a Hugh Jackman, mientras que los demás mutantes, incluyendo a celebridades como Halle Berry, no se lucen demasiado, igual que muchas de sus luchas con poderes mutantes, que parecen simples repeticiones de los films previos.