Una parte del cine está enfrascada en una especie de deporte olímpico: cómo superar año a año el récord de gigantismo en producción y de recaudaciones. Para ser sinceros, el campeonato de este año no está proveyendo el mejor espectáculo del mundo, por lo cual esta mega superpelícula de millones y millones, con su precisión narrativa, su ocasional humor y su plétora de estrellas es bienvenida.
Especialmente porque uno no pierde el interés nunca en lo que pasa en la pantalla y porque hay momentos de gran inventiva (un escape del Pentágono, por ejemplo, de las mejores escenas de acción y humor de los últimos años). El truco comercial aquí es que los X-Men de la primera saga y los de Primera Generación aparecen (más o menos) juntos en una misma película. Solo seis o siete dicen algo más que una frase y el drama se concentra en cuatro personajes.
La historia parece complicada pero es simple: en el futuro hay máquinas que matan mutantes y esclavizan humanos, Wolverine –siempre grande Hugh Jackman– viaja al pasado para eliminar la causa de tal desastre, lo que nos lleva a una secuela directa de Primera generación y al triángulo familiar-amoroso entre James McAvoy, Michael Fassbender y Jennifer Lawrence.
Se nota que el realizador Bryan Singer quiere mucho a sus personajes, porque logra transformarlos, a pesar de lo vertiginoso de la puesta, en personas complejas. Sí, esta es la campeona de 2014. Hasta ahora.