Guerras intempestivas.
En un futuro desolador, una guerra atroz entre humanos y mutantes ha llevado a estos últimos al borde de la extinción debido a la labor de los centinelas, unos robots genéticamente modificados cuya misión es cazarlos y asesinarlos. Esta situación es el punto de partida para X-Men: Días del Futuro Pasado, una nueva película sobre la saga de los mutantes que reúne a los personajes sobrevivientes de la primera trilogía iniciada en el año 2000 y a los de la primera generación que comenzó en el 2011.
En esta oportunidad, Magneto (Ian McKellen) y Charles Xavier (Patrick Stewart) se han unido para buscar a Kitty Pryde (Ellen Page), una mutante que puede transportar la conciencia de las personas hacía el pasado. La idea de los mutantes es llevar a Wolverine (Hugh Jackman) a los años setenta e impedir que Mystique (Jennifer Lawrence) asesine en 1973, durante la conferencia de paz por la finalización del conflicto bélico de Vietnam en París, a Bolivar Trask (Peter Dinklage), un empresario y científico de la industria armamentista norteamericana que ha centrado sus investigaciones en los poderes y la estructura genética de los mutantes con el fin de neutralizarlos.
La misión de Wolverine es ardua ya que debe convencer a Xavier (James McAvoy) y Erik Lehnsherr/ Magneto (Michael Fassbender) de unirse nuevamente a pesar de sus diferencias para impedir conjuntamente que Raven/ Mystique realice su primer asesinato, el cual conducirá a la aprobación del proyecto de los centinelas y a su captura. Este acontecimiento será el detonante de la guerra e impedirlo es la única posibilidad de supervivencia para los hostigados mutantes.
Con extraordinarios efectos especiales, un guión muy ágil pero por momentos poco ingenioso y un elenco envidiable para cualquier producción, el film propone nuevamente la posibilidad de los seres humanos (y mutantes) de cambiar, poniendo el énfasis en el libre albedrio basado en la educación, la construcción de una identidad y la guía psíquica sobre las causas y consecuencias de las acciones personales.
X-Men: Días del Futuro Pasado postura la necesidad de luchar por los proyectos personales y no dejarse vencer por la adversidad para conquistar la libertad individual y construir una identidad soberana. La última película de Bryan Singer continúa con la misma visión de sus antecesoras planteando un nuevo comienzo que sirva para reflexionar sobre la importancia de las acciones individuales y el precio de enfrentar a los demonios personales.
Las guerras intempestivas características de este tipo de films fantásticos, cuya atracción es la misma idea repetida al infinito, nunca terminan y recrean la amenaza del ocaso, la destrucción y la salvación en un eterno retorno que no se condice con el imaginario lineal que los protagonistas postulan en su discurso. El devenir de lo fantástico todavía tiene mucho potencial, solo necesita desembarazarse de la industria cultural y sus vetustos y conservadores valores.