Secuelas agotadas, seguimos con precuelas...
Esta es una fórmula recurrente en la actualidad, ya hace varios años que cuando un film exitoso comienza a engendrar secuelas y el producto se desgasta se busca la vuelta de volver a las bases con dos posibles ideas: 1) Realizar una remake del original. 2) Realizar una precuela, siempre y cuando esto sea posible argumentalmente.
Gracias a la conjunción Donner / Singer, la saga del comic X-Men brindó una fresca revitalización sobre aquellos superhéroes de acción que no habían encontrado hasta el momento su salida cinematográfica; la respuesta del público en interesarse por este tipo de propuestas permitieron que superhéroes como Daredevil, Hulk, Watchmen, Iron Man lo logren. Abierta esta brecha gracias a Spider-Man también, ya los héroes como Superman habían quedado un poco en el olvido, resurgieron igualmente con la puja de Singer entre dejar la franquicia de X-Men por una nueva del encapotado. La saga de Batman jamás vió misfortuna, salvo por la segunda incursión de Joel Schumacher que hizo temblar a los chairmans de Warner, por suerte Christopher Nolan no sólo reinventó esta saga sino que le dio un aire fresco y garantizó por el momento unas cuantas secuelas más.
Con X-Men y su trilogía que no daba pie a secuelas, comenzó una nueva etapa, la de contar la historia de origen de cada personaje, surgió el olvidable producto X-Men Origins: Wolverine y ahora continuando con Magneto, el proyecto spin off que debería denominarse X-Men Origins: Magneto, curiosamente tomó otra rienda pluralista y abarcar así con su título al resto de los mutantes X-Men: Primera Generación, aunque la columna vertebral del film es la historia de cómo Eric Lensherr se convierte en Magneto.
El film inicia al igual que la primer entrega de la saga, con Eric de pequeño torciendo con su poder las barras metálicas de un portón, en pleno auge del nazismo donde se ve confinado por un experto en genética que toma conocimiento de su don, con el afán de adquirir genéticamente las mismas cualidades. Es así como Eric, ante una fortuita e irrecuperable pérdida, matan a su madre frente a sus ojos por no haber podido utilizar sus poderes como le habría sido solicitado. Esto genera en el una fuerza motora que años después despierta tras el conocimiento del paradero del asesino, búsqueda que lo lleva a nuestra región, la Argentina que alberga nazis en una desacertada Villa Gesell con ¡¿montañas?!.
Paralelamente se narra la historia de origen de Xavier, el mutante que dirigiera y se convirtiera en el prócer de la escuela de X-Men, con su facilidad para poder ingresar en las mentes y un equipo que le permite rastrear a los demás mutantes sobre la faz de la Tierra. La incorporación de miembros que van conformando un grupo y mostrándose unos a otros sus distintos dones tampoco es novedoso, sí limitado, son pocos, se bautizan con sobrenombres y realizan actos demasiado infantiles en comparación como la violencia y tono que tenía el primer film de la saga. Esto es algo que se ha hecho notar demasiado, el cambio radical de postura, la infantilidad de diálogos, se extirpó la crueldad de los personajes iniciales, todo vestigio de fluidos como lo es la sangre, todo indica que el motivo no es otro más que comercial, debido al reiterado cuidado que estos proyectos tienen para no ser clasificados del tal manera que no puedan concurrir menores a las salas y esto quite una abundante porción de asistentes a las salas de proyección.
Primera Generación es un film bastante monótono, algún cameo y posterior comicidad en un diálogo revitalizan la narración, cuyos últimos minutos, grandielocuentes y repletos de efectos visuales terminan por brindarle mayor notoriedad al olvidable producto que en las otras ¾ partes se había convertido. Se torna inimaginable creer que Matthew Vaughn, director de una de las sopresas cinematográficas del 2010 (Kick Ass), haya concebido otra de superhéroes, tan desabrida en comparación con su anterior proyecto.
PD: ¿por qué esta copia se veía y escuchaba tan mal en su función de prensa?