George Lucas inventó con los “Episodio I, II y III” de “Guerra de las Galaxias” eso de la precuela, es decir una secuela pero del principio de la historia. Y esta es la de “X-Men”, un filme de 2000 que abordaba el universo de superhéroes creado para sus comics por la factoría Marvel. Luego vinieron tres pelis más. Aunque no hay que ser tan inocentes. En verdad hacer una precuela es una gran invento de los estudios de Hollywood para continuar una historia desembolsando la menor cantidad de dólares posible. Aquí no hubo que pagarle contratos millonarios a Hugh Hackman ni a Patrick Stewart ni a Ian McKellen, los protagonistas de las otras cintas. En esta ocasión, el relato regresa en el tiempo hasta la niñez de los mutantes. Charles Xavier descubre que hay otros como él y trata de juntarlos cuando los humanos, al descubrirlos diferentes, decidirán combatirlos. Aunque no pueda evitar la escisión de un grupo más extremista, como el comandado primero por Sebastian Shaw (un malísimo Kevin Bacon) y después por Magneto, gran amigo de Xavier cuando jóvenes. Entretenido, con cuidados ciclos de tensión, excelentes efectos especiales y con la magia de la imaginación intacta, la “Primera generación” es una digna representante de los mutantes más famosos.