El cliché a la máxima potencia.
Revivir una franquicia muerta es lanzar una moneda al aire y confiar en hallar ese frágil equilibrio que muchas veces busca el cine de masas: ofrecer lo mismo de siempre (cuya eficacia ya se ha visto en anteriores ocasiones) y que parezca nuevo, diferente y mejor. Probablemente Vin Diesel era consciente del arma de doble filo que era esta película, y parece que al jugar sus cartas no sólo ha hecho la apuesta más grande que podía, sino que seguramente se ha divertido haciéndolo.
xXx: Reactivated aprovecha su oportunidad para crear un cóctel de los elementos más manidos y estereotipados del cine de acción y espías (desde las agencias de inteligencia estatales hasta los malvados que se entretienen en dar largos discursos en lugar de terminar su plan), y lo hace con parte de su particular estilo que ya rompió moldes con aquel producto tan fresco en 2002. Sin embargo, en esta entrega parecen haber asumido antes de empezar que aquella frescura de hace 15 años es imposible de alcanzar de nuevo, y escogen una mezcla plagada de clichés en su máxima expresión, a medio camino entre la exageración absoluta y la caricatura de sí mismos. El punto a favor de este plan es, sin duda, que la propia película parece consciente de esta exageración, y la abraza confiando en que se convierta en un valor añadido para su pobre trama.
Sería un error afrontar esta película como una historia que se sitúa en el mundo que todos conocemos, y la propia película parte de la base de que no es una aproximación realista al universo que habitan sus espectadores. En la diégesis planteada por xXx, las leyes de la física son relativas, y los agentes de este programa iniciado por el personaje de Vin Diesel son los más dados a saltárselas cuando es propicio, especialmente, para que la historia continúe por donde todos esperan.
Nadie se plantea por qué Superman puede volar en sus películas, de la misma forma que xXx asume ciertas licencias que convierten a algunos de sus personajes en superhéroes, siempre a favor del espectáculo visual. En este contexto, buscar la justificación lógica de determinadas acciones e, incluso, decisiones de los personajes es una decisión errónea. No hay justificación lógica, nunca la hubo, y en la base de la película está ignorar la necesidad alguna de su existencia.
Dentro de este mundo, sin embargo, algunos aspectos son sin duda negativos a la hora de aplicarlos a nuestra realidad. El problema de xXx es que juega con la ambigüedad, generando una confusión constante entre su diégesis fantasiosa y el mundo en que vivimos, con la dudosa moralidad de no poner un límite claro entre ambos. Esta borrosa línea entre ambos universos se ve además reforzada por la inclusión de numerosos elementos de la cultura de masas actual, propia del público al que se dirige fundamentalmente el largometraje (jóvenes y, principalmente, hombres).
De este modo presenta una realidad alterada, producto de una visión muy particular (a grandes rasgos masculina) con lugares plagados, generalmente, de chicas jóvenes con poca ropa que se abalanzan sobre Diesel. Este y otros clichés son el aspecto más negativo dentro de una película que juega a no ponerse límites y a cargar una trama de acción lineal con chistes más o menos fáciles y una simplificación excesiva de muchas acciones y resoluciones de los obstáculos narrativos a favor del flujo del espectáculo visual.