La actriz y directora libanesa, Nadine Labaki, nos transporta en su última película a la realidad de su país, donde conviven dos religiones tan opuestas como son el catolicismo y el musulmanismo, y nos demuestra los efectos que esta convivencia tan poco pacífica genera en un pueblo pequeño.
Lo trillado desde lo local
El conflicto de lo religioso en el Líbano no es una novedad, las peleas entre las diferentes culturas y etnias es moneda corriente en casi todo el mundo. ¡A esto le sumamos un poco de la famosa guerra de los sexos y voila! Tenemos una película. Parece que esa fue la receta con la que se gestó ¿Y ahora adónde vamos?
La película nos muestra desde el punto de vista femenino una nueva manera de resolver un conflicto tan habitual. Situado en un pequeño pueblo del Líbano, conocemos a un grupo de mujeres dispuestas a conseguir su cometido: que los hombres del pueblo no se enteren de que en la capital del país los católicos y los musulmanes están, prácticamente, en guerra. Si ellos se enterasen de dicha situación, generarían también una importante revuelta en el pueblo y terminarían, como ya ha pasado, matándose los unos a los otros.
La protagonista de esta historia es Amale, una mujer católica que perdió a su marido en un conflicto similar al que ahora está tratando de parar. Amale es la dueña del bar del pueblo, donde se juntan los hombres a beber y charlar, y está enamorada de manera platónica del pintor musulmán que realiza las refacciones de su negocio.
Así que tenemos dos ejes sobre los cuales se debería basar la trama, la historia del pueblo y las religiones, junto a la historia amorosa de la protagonista. El problema es que todo queda en nada.
El que mucho abarca, poco aprieta
¿Y ahora adónde vamos? es una película que se queda a mitad de camino en todo, y que parece realizarle la pregunta que lleva por título al espectador una y otra vez. No termina de cerrar las historias que abre, por ejemplo, al final del film no tenemos idea de qué pasó con la historia de amor de la protagonista. Empieza con aires de musical dramático, muta en un drama, después en una comedia, otra vez un par de canciones, drama y final feliz. Realmente es imposible generar empatía con los personajes que nos presenta, porque jamás llegamos a conocerlos en profundidad.
El guión es confuso realmente y genera baches en la historia, situaciones con las que es imposible que el espectador se identifique. Hay una escena muy triste en la película que lleva al espectador a la lagrima fácil, y acto siguiente, todas las mujeres del pueblo cocinando brownies con marihuana y cantando como si nada hubiese pasado. Es poco entendible como puede suceder todo eso en una misma película, en 10 minutos. Empiezo a creer que es una cuestión meramente cultural.
Conclusión
No quiero ser injusta con Labaki, quien realizo al menos un buen casting y una gran dirección actoral. Creo que la historia podría haber sido una muy buena película, ya que el conflicto que plantea, desde una mirada femenina, puede funcionar; pero se queda en el ni, en el híbrido, en no ser encasillable en ningún género y querer estar en todos. Sólo puedo pensar que mi percepción occidental no me dejo comprenderla del todo.