Una encantadora fábula que conjuga el amor y la tolerancia, y nos invita a recapacitar acerca del respeto hacia el que piensa distinto.
Todo se desarrolla en una región donde habitan un grupo de personas de distintas religiones: cristianos y musulmanes, en un principio supuestamente viven en armonía, pero algo esta sucediendo: estalló la violencia en una ciudad cercana, por esta causa intervienen las mujeres para proteger a su familia ante cualquier amenaza.
Hasta tal punto es la situación que vive este pueblo que en la primera escena vemos varias mujeres de distintas edades vestidas de negro, que viven su duelo, mientras llevan su cajón, con fotos de sus familiares, inclinan sus cabezas y se golpean su pecho, (aquí con una gran estética se realiza un cuadro musical) y luego vemos la división del cementerio que se encuentra bien marcado, de allí surge su título.
En esta nueva historia que nos trae la actriz y directora libanesa Nadine Labaki, tiene una visión bastante femenina, como ocurría en su anterior film “Caramel”, donde nos relata como viven un grupo de personas en un pequeño pueblo del Líbano, ellos profesan diferentes culturas y religiones, y esta convivencia esta a punto de estallar.
Las mujeres son las que toman las riendas de la situación, inventando estrategias, para que estos hombres se unan. Para ello primero los distraen utilizando todo tipo de maniobras, los mantienen entretenidos, porque si saben que en la capital del país los católicos y los musulmanes están casi en guerra; estos hombres una vez mas se pelearan a muerte, y ellas no quieren perder a sus hombres.
Parte del plan lo organiza Amale (Nadine Labaki) dueña de un bar, y es aquí donde los hombres se van a reunir a charlar, beber y a relacionarse, uno de ellos se va a encargar de pintar el lugar y Amale aunque él no lo sabe esta enamorada. Todos ellos pasan su tiempo teniendo día a día sus mentes ocupadas. Ellas hasta contratan un grupo de coristas de Ucrania para esto e impiden que la televisión funcione para mantenerlos aislados de las noticias.
Pero cerca de la región hay mucha tensión, un joven es herido y su madre Takla (Claude Baz Moussawbaa) debe esconder su dolor y dice que su hijo tiene paperas, pero esto cada vez se hace más difícil. La situación ya no se sostiene y ellas continúan manejando su ingenio.
Esta historia se desarrolla en un pueblo de la montaña, aislado de todo, entre las situaciones dramáticas predomina alguna sonrisa, (mezcla muy bien la comedia y el drama), también emociona. Posee buenas coreografías y fotografía, tiene una gran estética y algo para valorar: gran parte del elenco está compuesto por habitantes de la zona y logran destacarse actoralmente.