Joaquim Pinto ha vivido desde hace más de veinte años con VIH y hepatitis C. Este filme es el cine diario del director que registra un año de estudios clínicos con el uso de sustancias tóxicas en fase de experimentación y que alteran la mente. Una reflexión abierta y ecléctica sobre el tiempo y la memoria, sobre la epidemia y la globalización, sobre la supervivencia más allá de lo pronosticado, sobre el desacuerdo y el amor absoluto. En un ir y venir entre el presente y los recuerdos, la película también es un tributo a los amigos difuntos y a aquellos que siguen vivos.