Una vida de película Muy de vez en cuando el cine nos regala experiencias tan poderosas, descarnadas, viscerales y conmovedoras como ¿Y ahora? Recuérdame. Por eso, un entusiasmado consejo cinéfilo: ¡No la dejen pasar! Primero: ¿Quién es Joaquim Pinto? Se trata de un multifacético artista (actor, editor, camarógrafo, director de fotografía, productor, realizador de ficciones, documentales y animaciones y, sobre todo, eximio sonidista) que trabajó mucho con su mentor Joâo Cesar Monteiro, varias veces con Raúl Ruiz, y con otros autores como Manoel de Oliveira, Werner Schroeter, Joâo Canijo, Joâo Pedro Rodrigues y André Téchiné. Y es dueño de una filmografía que va desde Una piedra en el bolsillo (1988) hasta Evangelio según San Juan (2013). ¿Y qué es lo que hace tan especial a este film? El punto de partida es el de construir un diario íntimo para exponer el tratamiento con medicación experimental que el propio director emprendió durante un año en su larga y titánica lucha contra el SIDA y la Hepatitis C (está infectado desde hace casi dos décadas). Sí, en varios de los extraordinarios 164 minutos de ¿Y ahora? Recuérdame se habla de (¡y muchas veces se muestran!) infecciones crónicas, cirrosis, virus, bacterias, plaquetas, hemoglobina, inyecciones, píldoras, dolores que aquejan todo el cuerpo, insomnio, picazón, fotofobia y otros efectos colaterales… Pero quien crea que este film es un mero tratado médico y un bajón deberá saber que estamos ante un relato apasionante, de una inteligencia y una sensibilidad superiores. Pinto se expone en toda su intimidad (puede que haya algo de exhibicionismo en el proceso) y en toda su dimensión intelectual (por momentos puede pecar de demasiado pretencioso), pero el resultado es casi siempre atrapante. ¿Y ahora? Recuérdame es también un hermoso ensayo cinéfilo (reivindica a sus héroes y amigos de los años ’70, ’80 y ‘90: Pier Paolo Pasolini, Derek Jarman, Serge Daney y un largo etcétera), una gran historia de amor gay (Pinto vive con su pareja y socio laboral Nuno Leonel), un film sobre viajes, sobre música y literatura, sobre la crisis europea, sobre la relación directa con la naturaleza (ambos trabajan la tierra en una pequeña parcela en las islas Azores), sobre perros y sobre muchas, muchísimas cosas más. Pinto apela al collage, a un patchwork estilístico que incluye la lectura en off de sus caóticas notas médicas y de citas a grandes autores, una excelente selección musical y, ya en el terreno visual, pasajes en impecable HD y viejos materiales en Súper 8, largas tomas fijas e imágenes aceleradas, animaciones, efectos visuales y miradas al microscopio con las muestras extraídas de su cuerpo. Una película a-lo-Chris Marker mixturada con elementos de la vanguardia y del videoarte que resulta, sí, dura, ardua y hasta por momentos cruel, pero también hermosa y fascinante. Decididamente imperdible.
La vida, y lo demás Es una curiosidad que el film de Pinto sea el preseleccionado para el Oscar: es una demostración del buen momento que vive el cine hecho en Portugal, pero también una elección atípica. ¿Y ahora? Recuérdame, que desde su estreno en el Festival de Locarno el año pasado viene recorriendo el mundo en ochenta festivales –y que continúa exhibiéndose en Buenos Aires a partir de mañana en calidad de estreno, luego de su presentación en el Festival de Cine portugués–, fue elegida hace algunas semanas como la enviada oficial de Portugal a los premios Oscar. Ese dato puede resultar anecdótico, pero al mismo tiempo habla a las claras del gran momento creativo por el que está atravesando el cine de ese país. Eso, o los portugueses están un poco malucos, porque el film de Joaquim Pinto está en las antípodas de lo que suele catalogarse como material apto para el Oscar “extranjero”: es seria y profunda sin ser grave, dura casi tres horas pero está lejos de ser una superproducción, no hay en su metraje ni una pizca de cálculo comercial. Finalmente, es un documental. Es también uno de los mejores estrenos del año, una película sorprendente, apasionante y enriquecedora, la creación de un artista de enorme lucidez y generosidad. Nada en la sinopsis general de ¿Y ahora? Recuérdame –el diario fílmico en primera persona de un cineasta VIH positivo, a lo largo de un año de su vida– puede dar una idea del torbellino de ideas, sensaciones y reflexiones hacia el cual Pinto, junto a su compañero de ruta Nuno Leonel, logra atraer al espectador dispuesto a vivir la aventura. Extremadamente personal e incluso íntimo, el documental parte de una descripción, por momentos minuciosa, del tratamiento con drogas antirretrovirales a las cuales Pinto se sometió durante un año, viajando regularmente desde su pequeña casa de campo en la región portuguesa de Columbeira hasta la ciudad de Madrid. Esos viajes cumplen una función específica en la lucha contra las bajas defensas de su sistema inmune, pero son también el punto de partida para una reflexión acerca de la relación con su cuerpo. Un cuerpo que, por momentos, parece ser otro, un cuerpo no reconocido u olvidado, uno de los tantos efectos colaterales del tóxico cóctel de fármacos. En otros momentos el sistema vuelve a funcionar y esos órganos, tendones y músculos vuelven a pertenecerle casi por completo (casi porque, ¿acaso alguien puede hacer alarde de ser su dueño y maestro absoluto?). Esos momentos de luz y de sombra, que se alternan en la vida cotidiana y forman parte de sus angustias y placeres, le sirven al realizador como disparadores de una enorme cantidad de digresiones que, en realidad, son parte constitutiva e inseparable de la forma de la película. ¿Como la vida misma? Tal vez, porque ¿Y ahora?..., con su estructura expansiva y ramificada –pero al mismo tiempo planificada al detalle desde el montaje– consigue imitar la manera en la cual pensamos y sentimos: nunca de manera directa, enfocada en un solo concepto u objetivo sino desperdigada en decenas, cientos de ideas, pensamientos y emociones. De la estructura del ADN del virus a los recuerdos de infancia y juventud (que Pinto ilustra con fotografías e imágenes en Super8), del libro de un pintor portugués renacentista a las consecuencias de un incendio forestal en la zona, de la placidez en compañía de los animales a la posibilidad de quedarse dormido en un aeropuerto, de las inyecciones diarias al deseo de amor y sexo que no se extingue. No hay nada en la relación de Pinto con su entorno que el film transmita como algo impersonal o irrelevante, ya se trate de la naturaleza circundante, de los tres perros que acompañan a la pareja –no tanto mascotas como cohabitantes y colegas–, de la casa, su cuarto, el asiento de acompañante de la camioneta o el espacio que lo separa de su computadora. Nada es despreciable. Ni siquiera una avispa que, en un plano que podría pertenecer a un documental de Werner Herzog, se roba un pedazo de hamburguesa y sale volando fuera de cuadro. Mucho menos la banda de sonido, que va de Jacques Ibert a Max Reger, pasando por un melancólico tema pop de la banda danesa WhoMadeWho, y que se asemeja a uno de esos compilados hechos por mero placer, como un regalo de un amigo a otro. La de Pinto es asimismo una película política, en un sentido amplio pero preciso: el mundo exterior entra por la pantalla del televisor, bajo la forma de las últimas noticias que llegan desde el resto del mundo, pero también en un posible recorte presupuestario a causa de la crisis económica, que puede tener consecuencias directas en su salud y, por ende, en su presente y futuro. Es también una bella historia de amor y un ensayo sobre la vida y una posible manera de vivirla. Por efímera que sea la sensación –y un poco a la manera de ese libro del pintor e ilustrador Francisco de Holanda que ambiciona coleccionar imágenes de todas las edades del mundo–, por momentos es como si el universo entero estuviera contenido en la película. O, lo que es lo mismo, que la película fuera el universo. No es poca cosa.
Una confesión de un sobreviviente traspuesta al cine, un tratado dialéctico y amoroso sobre teología y biología (o cómo Darwin, San Agustín y el Evangelio según San Juan pueden coexistir en las meditaciones de un alma sensible), una radiografía de la decadencia política europea, un gran retrato sobre un modelo familiar en el que los perros trascienden la condición antropocéntrica de mascotas obligadas a sosegar la soledad de los hombres, un testamento cinéfilo en el que participa en cierta medida la mayoría de las figuras rutilantes del cine moderno: Ruiz, Monteiro, Daney, por citar algunos nombres. Y un film que, aunque articula su punto de vista a partir de una lucha microscópica del protagonista contra el SIDA, llega a concebir los virus como entes legítimos de la evolución. El diario fílmico de Pinto se estructura a partir de sus viajes a Madrid para un tratamiento gratuito con interferón que lo obliga a dejar cada tanto su casa en Las Azores, donde vive con Nuno, su esposo. En un principio, Nuno, que desconfía de las palabras y cree en el Altísimo, permanece en fuera de campo, pero a medida que el film avanza su protagonismo es mayor e imprescindible. Pinto registra su cotidianidad, y eso implica el cuidado de la tierra y sus perros, lidiar con sus padecimientos físicos, el insomnio, sus recuerdos y obligaciones profesionales, las tareas domésticas, incluso su sexualidad. La película jamás es exhibicionista porque su testimonio surge de una necesidad. Del plano inicial de una babosa, pasando por una libélula y hasta los pavos que se ven en el último plano, el vitalismo del film se predica de una interacción amorosa con cualquier entidad viviente. A su vez, el obligatorio trato con la muerte lleva a Pinto a pensar en el tiempo, en el mundo que lo rodea, en si existe algún fundamento detrás de todo. E agora? Lembra-me es como el libro ilustrado de Francisco de Holanda: un signo eterno del misterio de la vida.
Después de pasar por FIDBA en el 2013 la extraordinaria E Agora Lembra-me?, de Joaquín Pinto se proyectó en Mar del Plata en una sección especial dedicada al cine de Portugal, donde pudimos verla. Entonces, venía de ganar en Locarno el Premio del Jurado y de Fipresci. La traducción de E Agora Lembra-me? sería algo así como ¿Y ahora? recuérdame, un film en primera persona que registra en modo documental “desde dentro” un año de tratamiento contra el VIH. A la vez, se trata de un laberíntico universo de pensamientos, recuerdos, reflexiones sobre el mundo actual, y una vida cotidiana con su pareja, sus perros. Actor, director, cineasta, productor, Pinto reúne en 164 minutos lo más variopinto del caleidoscopio cotidiano desde una fragilidad , la de un hombre que observa lo que hay a su alrededor en busca de generar nuevos órdenes: “querer para creer” es el rezo que se repite, ordenar las cajas de fotos o mirar la libélula parada en la punta de una rama, o preocuparse por el tratamiento veterinario de uno de los perros, o regar una planta u hojear en la Biblioteca Nacional de España un libro sobre la historia visual del mundo. El tema no es el SIDA, tampoco es la homosexualidad en Portugal, uno de los países más conservadores de Europa. Esas luchas aparecen como superadas por una acción de creación, en la industria del cine: un cine, el portugués, en crisis pero que ha dado una de las cinematografías más importantes del continente: películas familiares nos devuelven la mirada de Raul Ruiz o de Serge Daney o la de Pasolini como si fuera un Dios entrando a un cine porno de Lisboa, para volver a salir de allí y entrar en las vitrinas de un museo donde la cámara registra copias de órganos sexuales afectados por distintas enfermedades. El documental va y viene desde la sensación de agobio de un cuerpo afectado no tanto por la enfermedad sino por las drogas, los fracasos de los tratamientos y la planificación de los viajes al hospital en Madrid, también afectado por los recortes de un país en crisis. Para ir de nuevo hacia la vitalidad de un hombre (el suyo) apagando el fuego de los bosques (desforestación y reforestación) o jugando como un niño con cuatro perros gigantes que recuerdan que la vida humana también es una suma de domesticaciones. El virus (cualquier virus) lo invade todo, su historia tiene que ver con la historia de las colonizaciones sucesivas, algunas fotografías de archivo lo corroboran, la historia de los medios de comunicación y el SIDA: aquella enfermedad que mataba homosexuales en EEUU, las primeras víctimas entre los famosos. El virus también es la guerra que trasnsmite la TV, la debacle del clima, el fuego que destruye los sembrados de árboles recien plantados o la muerte de los amigos. E Agora Lembra me no es una pelicula testamentaria, podria serlo, es vital, conmovedora y necesaria. Se exhibe en el MALBA Se estrena ademas, la imperdible ¿Y ahora? Recuérdame de Joaquim Pinto Viernes 10, 17, 24 y 31 de octubre a las 21:30
El cineasta y sonidista Joaquim Pinto lleva casi 20 años librando una batalla contra el VIH y la hepatitis C. E agora? Lembra-me lo tiene como protagonista absoluto. A lo largo de sus casi tres horas este documental recoge apuntes de la vida cotidiana del realizador, y de su tratamiento experimental. Pero los apuntes son de los más diversos y nos permiten apreciar la cosmovisión de Pinto a través de tópicos como la crisis europea, el cine (ha trabajado en más de cien películas con directores consagrados como Joao Cesar Monteiro, Raúl Ruiz y Manoel de Oliveira), los recuerdos, la religión y la filosofía. Esta diversidad sumada la profundidad de las reflexiones hacen de E agora? Lembra-me una película infrecuente que necesita de un espectador / productor dispuesto a completar el hecho artístico que propone Joaquim Pinto.
En mi opinión, una de las candidatas a mejor película del año. Premiada en el Festival de Locarno, se trata del diario íntimo de un experimento. Pinto, veterano sonidista del cine portugués, tiene sida y Hepatitis C hace ya varios años y decidió documentar su intento por experimentar con un nuevo tratamiento, en Madrid. La película será ese retrato -en principio, íntimo, pero finalmente también social, político y cinéfilmo- de ese año de su vida. Joaquim vive con su pareja, Nuno, y él mismo asegura que su vida es muy normal -la de una persona casada, con perros-, aunque su historia no sea tan habitual. A lo largo de casi tres horas, Joaquim cuenta sus avances y retrocesos en el tratamiento, muestra y recuerda pedazos de su vida (un repaso por el cine de autor europeo de los últimas décadas) y los vemos en su cotidianeidad, con su pareja (reticente al principio en aparecer en el filme), sus perros, sus vecinos, sus problemas normales. En ese “año que vivimos en peligro” se colará la crisis económicas con sus consecuencias directas en él, sus recuerdos del cine portugués y de sus amigos muertos. Pero no imaginen una casi obscena recorrida por la difícil vida de un hombre al borde de la muerte. Si bien Joaquim pasa muchos momentos dolorosos y complejos durante el año que pinta el filme, si algo se puede decir de E AGORA? es aquel lugar común de la crítica cinematográfica que es hablar de una “celebración de la vida”. El filme es eso. Como el cine de Jonas Mekas, pero en un tono menos festivo y más melancólico (portugués, caramba), la película de Pinto es un diario de una experiencia mientras se va viviendo, en absoluto tiempo presente. Y es, más que ninguna otra cosa, una luminosa historia de amor entre dos hombres que, enfrentados a complicadas circunstancias, se muestran casi empecinados en sostener esa utopía romántica y realista, donde parece reflejarse el mundo entero y todas sus cosas. (Viernes 10, 17, 24 y 31 de octubre a las 21:30, en Malba, Av. Figueroa Alcorta al 3400) ENTREVISTA A JOAQUIM PINTO e agoraElegí a E AGORA? LEMBRA-ME, de Joaquim Pinto y Nuno Leonel, como la mejor película no estrenada comercialmente en 2013 en la Argentina (ver aquí). Y si combino la lista con la de las estrenadas retendría también el primer puesto. En ocasión del estreno porteño del filme en el FIDBA tuve la oportunidad de entrevistar a Pinto acerca de este extraordinario documental en el que el director recorre un año de su vida en el que se sometió a un duro tratamiento experimental para combatir sus dos enfermedades: VIH (virus del sida) y VHC (hepatitis C). La entrevista quedó a la espera de una buena oportunidad para ser publicada y haber seleccionado la película como la mejor del año que recién terminó me parece un gran momento para hacerlo. Así que aquí está la palabra precisa y las fotos, los archivos y los links que envió el portugués Pinto acerca del filme revelación de 2013, la dura, tierna y conmovedora E AGORA? LEMBRA-ME. -¿Cómo nació el deseo de hacer una película con tu experiencia a partir del uso de drogas experimentales para tu tratamiento? ¿Querías que la cámara funcionara como una memoria? -La idea de hacer esta película surgió cuando me enteré de que por fin iba a ser incluido en un protocolo de pruebas experimentales. Al investigar sobre el tema me di cuenta de que no sólo las películas en “primera persona” habían desaparecido sino que había una nueva corriente de películas “negacionistas” en relación con el VIH y el VHC, que manipulaban datos y declaraciones de los científicos de una manera lamentable. Aquí te dejo un texto de intenciones que escribí antes de comenzar el rodaje y que tal vez te dé una idea de cuál era mi propósito. EAgora4Según el plan inicial, hicimos algunas entrevistas con médicos, investigadores y ONGs antes del inicio del rodaje y después de terminarlo. Ese material no está en la película. Cuando comencé el tratamiento me di cuenta que ya no tenía las condiciones físicas y psicológicas para viajar. Entonces recentré la idea del rodaje: hice un círculo estrecho (de 2 o 3 kilómetros) alrededor de la casa a partir de un mapa y toda la película se rodó en este espacio confinado. Es como el universo en una taza de café de DOS O TRES COSAS QUE SE DE ELLA (aquí) Por supuesto que no podíamos tener un plan cerrado y un guion predefinido porque la película vive la idea de estar atentos a lo que pasa a lo largo del tratamiento y en el mundo. Uno de los aspectos que me hizo usar la cámara como memoria fue haber perdido el registro del año en el que hice el primer tratamiento experimental con interferón y ribavirina. De ese año (2000/2001) sólo recuerdo las reacciones que mis brotes inesperados de agresividad provocada por los químicos causó a Nuno, mi pareja, y la profunda tristeza que eso me produjo a mí. -¿Cómo te organizabas para filmar? ¿Tenías una rutina, estaba siempre presente la cámara en tu vida cotidiana? -Teníamos dos cámaras. Una HD profesional (más pesada) y una DSLR HD compacta que utilice por ejemplo en los viajes a Madrid en los que estaba solo, ambas con objetivos intercambiables. No puedo decir que haya andado siempre con alguna cámara a lo largo del año, pero casi. En un sentido se tornaron casi una extensión de nuestra propia visión, un poco como Cartier-Bresson, que andaba siempre con su Leica. No teníamos una planificación del tipo “hoy vamos a filmar esto”, pero la cámara estaba siempre disponible y filmábamos cuando se sentíamos que se justificaba. -¿Cómo fue la relación de Nuno con la película? Parece que al principio no quería salir y luego lo fue aceptando. ¿Es así? joaquim pinto-e agora lembra-me-Con Nuno estábamos bastante desilusionados con el cine actual y habíamos decidido que era más importante editar y dar a conocer obras clásicas de otros que hacer una película. Pero el acto de filmar cambió nuestra percepción y Nuno no sólo se unió al proyecto sino que el proyecto adquirió una dimensión totalmente compartida. Yo diría que la película está hecha en parte por mí y Nuno, y en gran parte por esa mano a la que no puedo asignar un nombre, y que yo no diría que es el azar. Nuno diría “Dios”. Nuestro trabajo consistió en encontrar contactos, conexiones, hacer llamadas, organizar estas piezas de imágenes y sonidos, de tiempos y espacios con el fin de encontrar sentidos. -Lo que me fascina del filme es que, más allá de ser una crónica de una etapa difícil para tu vida y tu salud, es una historia de amor y de afecto familiar (Nuno, los perros, una contención frente a las crisis). ¿Siempre estuvo claro ese elemento de la película o fue surgiendo durante la grabación? -Desde el momento en que avanzamos con la película juntos, se hizo evidente que no íbamos a cambiar nada en nuestra vida diaria, no íbamos a “actuar” la realidad por el hecho de quererla filmar. Si esta “historia de afectos” se trasluce en la película, tal vez porque es parte de nuestra vida cotidiana. -La película transcurre en estos “tiempos tristes” de crisis económica que han afectado, entre otras cosas, los tratamientos médicos gratuitos. ¿Hasta qué punto crees que es importante en la película su relación con la crisis económica? ¿Por qué decidiste hablar de eso? -Filmamos de una manera abierta y, en ese sentido, la “crisis” que se había instalado en Portugal antes de empezar a rodar (la solicitud de asistencia financiera de mayo de 2011 y la victoria de la derecha en las elecciones en junio, anunciando recortes en salud y educación) se trasluce en la película. El inicio del tratamiento coincide con la victoria del PP en España. Aunque yo no sea la persona adecuada para hacer un documental sobre y en nombre de los muchos millones que no tienen acceso al tratamiento no podía dejar de mencionar el tema. Después de todo soy un privilegiado, que tengo (aún) cobertura médica y no dependo de terceros desde un punto de vista económico. Creo que esa libertad me exige la responsabilidad de exponer todas estas cuestiones, y en esa medida la película es también una película política. -La película es también un homenaje a los amigos que has perdido en el camino. ¿Sentís también que han influenciado el tipo de película que E AGORA?… es? ¿Qué cineastas o películas te influyeron a la hora de pensarla? hfhabaec-No pensé directamente en influencias a la hora de filmar, pero claramente los realizadores que nos gustan y las películas que hemos visto contribuyen a nuestro modo de ver. Sin nombrar muchos nombres, personalmente sin duda tienen que estar, entre otros, Renoir, Flaherty, Buñuel, Rossellini, Visconti y Pasolini. Entre las personas con las que trabajé, Schroeter y Oliveira. En cuanto a Nuno, no lo sé. Nuno trabaja/funciona con sus propios ojos y oídos, y no tiene un enfoque técnico y/o estético -en el sentido de la teoría de los autores- en relación con el cine. En Portugal no había tradición de exposición de los cineastas frente a la cámara hasta João César Monteiro. Cuando empecé con Monteiro a preparar RECORDACOES DA CASA AMARELA no se suponía que él iba a participar en la película como actor, a pesar de que el personaje era su alter ego. La idea era encontrar a alguien, un poco como Luis Miguel Cintra en su primera película como actor y la primera ficción de João César, QUEM ESPERA POR SAPATOS DE DEFUNTO MORRE DESCALSO. Insté y apoyé la decisión de Joao de participar en como actor principal de su película y tal vez su ejemplo me ha servido de inspiración… La escena de amor entre Nuno y yo nos recuerda (a posteriori) la escena a contraluz en la que Mireille Darc describe su aventura en WEEKEND de Godard (foto aportada por Pinto, arriba). -En la película mencionás a Copi, que es un artista argentino bastante famoso aquí. ¿Cómo es tu recuerdo de él? -Conocía más a Copi por los cómics que por las obras literarias y teatrales. Fue a través de Claudio Martínez que nos conocimos y fue también Claudio quien me dio a leer sus obras. Algunas de sus obras fueron representadas en Portugal. Recuerdo su buena disposición y su humor cáustico, y tal vez un lado tímido y reservado que contrastaba con su producción artística. Como curiosidad, el chico que asumió el personaje de Nuno (ya que mi Nuno no aceptó) en mi segundo largometraje, ONDE BATE O SOL, adoptó el apodo de Copi, en homenaje a Raúl Damonte Botana. NOTA: la crítica y la entrevista ya habían sido publicadas previamente en este mismo sitio.
Cuando el cine es cine Si un documental dura casi tres horas y su tema es principal es sobre el virus del HIV que afecta a su director puede causar cierta reticencia en el público a la hora de elegir una película para ver. Pero no se deje engañar y anímese a esta excelente obra sobre el amor en todas sus expresiones. El director, productor y sonidista portugués Joaquim Pinto lleva viviendo con el virus del HIV y la hepatitis casi veinte años. Hace poco que regresó de las Islas Azores, donde vivió con su pareja, Nuno Leonel, para instalarse en el Portugal peninsular, donde trabajan en el cuidado de un terrenito semiárido que, en el transcurso de la película, sufre no solo una enorme sequía sino también la amenaza de incendio. De la misma forma que sufre su tierra, Pinto siente que la enfermedad de su cuerpo requiere una medicina más dura, por lo que decide viajar a Madrid para participar en una prueba de medicamentos que carecen de aprobación. Algo similar al tema central de Dallas Buyers Club: El club de los desahuciados (2013). Los efectos de estas drogas son múltiples y apenas controlables. Da la sensación de que la razón por la que Pinto quiso hacer ¿Y ahora? Recuérdame (2013) no era solo para documentar el proceso y usarlo como diario personal sino también para asegurarse de que no olvidaba lo que estaba haciendo en cada momento, debido a los problemas de memoria que parece que empeoraron a raíz de la ingesta de fármacos (de ahí el evocador título). Al principio, Nuno no se muestra interesado en participar en la filmación pero después de acostumbrarse a ver a Joaquim con la cámara todo el tiempo, termina por dejarse llevar, hasta el punto de que, pasadas las dos horas de los 164 minutos de metraje del film, sorprenden con una escena de sexo explícito entre ambos mostrada con total naturalidad. Esta escena, más que resultar gratuita, hace hincapié no solo en el amor que se profesan los dos hombres sino también en que, a pesar de las enfermedades y los problemas, Pinto no está dispuesto a renunciar a los placeres mundanos de la vida tan fácilmente. ¿Y ahora? Recuérdame no es solo una película sobre el HIV y la medicina sino también funciona como una suerte de ensayo cinéfilo en el que Pinto hace referencia a maestros como Pier Paolo Pasolini, Jean-Luc Godard, Raúl Ruiz, Serge Daney y una larga e interminable lista de quienes fueron sus héroes dentro del cine. Pero también se mete con la política europea y la crisis económica que afecta al viejo continente. Para su construcción visual Pinto recurre a una variedad de técnicas que incluyen desde el collage visual hasta la sobreimpresión de textos e imágenes, pasando por material en Súper 8, animaciones, aceleración y relentización de la imagen, foto fija, encuadres atípicos y de un rigor estilístico que cuesta trabajo imaginar que la película la rodaron y la editaron solo Joaquím y Nuno. Y que fue el propio Pinto quien se encargó del sonido, que, además de estar cuidado al extremo, hace gala de una sugerente crudeza. Sin duda ¿Y ahora? Recuérdame es una obra maestra del cine actual, es el documento autobiográfico de un verdadero autor con la inteligencia y poética suficiente para hablar de sí mismo sin pecar de egocéntrico.Y además hablar de la vida, el cine y todo lo demás.
Honestidad sin concesiones ¿Cómo filmar la agonía sin caer en sensiblerías? ¿Cómo demostrar vitalidad en medio de una enfermedad? ¿De qué forma se puede hacer arte en medio del dolor personal? Estas y otras preguntas se ensayan en ¿Y ahora? Recuérdame, este notable film donde el director Joaquim Pinto, en compañía de Nuno -su pareja de toda la vida-, registra en una especie de diario autobiográfico que jamás se resigna a ser encuadrado genéricamente. La enfermedad del cuerpo se traslada a la enfermedad contemporánea: un mundo que se derrumba en su egoísmo, en sus políticas corrosivas, en la velocidad del capital, en la pobreza, temas tratados con profundidad a partir de una encantadora voz en off que no teme en cuestionar posturas acomodaticias y tranquilizantes. A esa estrepitosa caída, Pinto le contrarresta su entorno cotidiano, la dedicación de su pareja, el amor hacia los animales y hacia la naturaleza, la conservación de la curiosidad, del asombro por seguir descubriendo libros (sí, libros, no citas de citas, como bien dice hacia el final del metraje) con las pocas fuerzas que le van quedando debido a que padece el VIH y la hepatitis C. Sin caer en lo peor del docudrama ni en el espectáculo narcisista, este film demuestra que se puede ser, sin concesiones, creativo, honesto, duro y bello al mismo tiempo.
El crudo diario íntimo de un gran cineasta Ingeniero de sonido, productor, realizador, colaborador de algunos grandes cineastas de su país o extranjeros, el portugués Joaquim Pinto interrumpe el largo silencio al que lo obligó la enfermedad para asumir la primera persona y volcar en esta suerte de cinematográfico cuaderno de notas su intimidad, sus experiencias cotidianas, desde las más penosas producto tanto de los males físicos que padece cuanto de los indeseables efectos de sus tratamientos hasta las más rutinarias de una vida en el campo al lado del generoso y comprensivo Nuno, con quien lleva dos décadas de unión, y de sus cuatro perros, casi tan protagonistas como ellos dos de este film inclasificable. Como en un diario, además de los cambiantes estados por los que atraviesa -cansancio, insomnio, deterioro físico y espiritual también caben allí sus opiniones sobre todo tipo de asuntos, desde el estado actual del mundo hasta la religión, la política y, por supuesto, el cine. En 2011, cuando ya llevaba dos décadas luchando contra el HIV, inició en Madrid un tratamiento todavía en fase experimental contra la hepatitis C, que había contraído entretanto. La voz de Joaquim, casi siempre en off, aunque no faltan los momentos en que se dirige a cámara, confiesa sus sentimientos, expone sus dudas, acompaña sus jornadas de trabajo en la granja de las Azores y sus reiteradas visitas al hospital madrileño o a los diversos laboratorios en cuyos microscopios intenta descubrir al virus que desde hace tanto tiempo le ha trastornado la vida esa que él juzga poco interesante, y también se ha llevado la de muchos de sus amigos. En el ritmo de su decir y en el de la construcción visual de un relato que abarca tanta variedad de temas, hay cierta cadencia que transmite algo de serenidad y seguramente es decisiva para que las casi tres horas de duración pasen casi sin ser advertidas. Aunque está presente lo mismo que la amenaza de la muerte que viene con ella la enfermedad no es el tema central de esta película indescriptible. En todo caso, cabe definirla como la reflexión profunda, muchas veces poética, siempre personal de un artista sobre la vida, el amor, el sufrimiento y la mortalidad, mientras sigue interrogándose en busca de un sentido. La religiosidad asoma en más de una oportunidad, sobre todo en los tramos finales, donde despunta alguna memoria autobiográfica apoyada en ilustrativo material gráfico. Puede que no se trate de una obra de acceso sencillo, pero es difícil permanecer indiferente ante este diario íntimo crudo y conmovedor, Se exhibe solamente en el Malba, Figueroa Alcorta 3415, hoy y los restantes viernes de este mes, a las 21.30.