Un fantasma mal acostumbrado
Si bien el espectador sabe con qué tipo de humor se encontrará, también pretenderá, lógicamente, algún dejo de originalidad que le permita omitir el pensar: “esto ya lo vi”. Y aquí el director Michael Tiddes no logra sobrepasar ese obstáculo. Uno percibe un facilismo a la hora de hacer reír, que termina cayendo en la mediocridad. Queda la sensación de que cualquier mente podría estar detrás de la realización de ¿Y dónde está el fantasma? (A Haunted House, 2012).
Los guionistas Marlon Wayans y Rick Alvarez nos cuentan aquí la historia de Malcolm (interpretado por el infaltable Wayans), un hombre que toma la decisión de dar un paso adelante en su relación de pareja y comenzar a convivir junto a Kisha, su novia (Essence Atkins). A medida que pasan los días, ella comienza a percibir distintos sonidos y movimientos extraños en la casa, pero Malcolm, en un principio, cree que no es otra cosa que la imaginación de Kisha. Luego, su descreimiento cede y él también empieza a experimentar rarezas mientras duerme, mientras está cenando o con amigos. Ahora, ambos están seguros de que un fantasma los acompaña en su hogar.
Con un elenco integrado, entre otros, por habitués de comedias hollywoodenses como David Koechner y Nick Swardson, por momentos, logra robar alguna que otra risa al espectador, con chistes aislados que poco tienen que ver con la narración y se vinculan más a las marcas actorales. El guión con que cuenta le impide a la propia película pretender más. En ningún momento, el film plantea una historia atractiva, que genere un mínimo interés en su desenlace. Claro que parodiar los abundantes falsos documentales que nos muestran hechos paranormales y terroríficos puede ser una idea inicial que logre acercar al público a una sala, sin embargo, uno mismo verá que con el solo recurso de la burla no alcanza.
Los terrenos de la sexualidad, la discriminación, el estereotipo y la escatología son las principales fuentes de comicidad a las que se aferra ¿Y dónde está el fantasma? y las exprime a más no poder, con el resultado de igualar el film a una sucesión de chistes con un marco narrativo casi nulo. En definitiva, es probable que lo que Michael Tiddes nos ofrece aquí termine por entretener únicamente a aquellos fieles seguidores del humor de Una película de miedo (Scary Movie, 2000).
La presencia invasiva de un espíritu a lo largo del cuento frente al que nos encontramos, es una simple excusa para el bombardeo de gags que se experimenta. ¿Y dónde está el fantasma? podría haber durado diez minutos, cuarenta o dos horas y media: su propósito no dependía de ello.