Vaqueros de Nueva York
Si la clave de la permanencia de los comediantes frente a la pantalla es reinventarse a sí mismos, ¿Y dónde están los Morgan?, la película de Marc Lawrence (Letra y música, Amor a segunda vista), pone a Hugh Grant y Jessica Parker en un sendero estrecho y sin salida. Cada uno acredita logros conocidos por el gran público, pero nada del glamour, en el caso de la actriz de Sex and the City, ni los recursos actorales del carilindo Grant alcanzan para levantar la puntería de la historia donde interpretan un matrimonio en crisis.
Los Morgan están separados. Son ricos, exitosos, tienen agenda y asistentes. Caminan por Nueva York como si no existiera otro lugar en el mundo, hasta que, testigos involuntarios de un asesinato, deben cambiar de identidad y lugar de residencia. La idea es buena, pero deriva en un bodrio musicalizado. Los Morgan entran en el Programa de Protección de Testigos y son mudados a Wyoming, zona de vaqueros donde el diablo perdió el poncho. Sin celulares ni ocupación, estos adictos al trabajo deben volver a mirarse. El resultado es una comedia de redescubrimiento, sin novedades en cuanto a gags y situaciones. Algunos diálogos ingeniosos hacen recordar al Hugh Grant de la réplica británica, conciso y encantador. La actriz, en tanto, saca a relucir un par de mohínes ya vistos. La cámara quieta y la broma dedicada a los neoyorquinos que jamás pisaron un supermercado (ni qué hablar de las ofertas) agotan el tema antes de la hora.
Sam Elliott, como el comisario Clay Wheeler, y Mary Steenburgen, su esposa Emma Wheeler, ponen algo de pimienta al guión. Pero la película nunca abandona el cliché y confía demasiado en el feeling de la pareja de actores que no parece haberse involucrado con los insípidos Morgan.