¿Y dónde estaba la gracia?
¿Se acuerdan del reality show The Simple Life, en que Paris Hilton y su amiga Nicole Richie sufrían una temporada en el campo, pisando estiércol con sus stilettos de Jimmy Choo? Un experimento similar, pero en pareja, propone esta película sobre matrimonio recién separado que atestigua un crimen y debe entrar en el programa de protección estatal, reubicados, bajo identidad falsa, en un pueblo de la América profunda. Los Morgan –Hugh Grant en piloto automático y Sarah Sex&theCity Jessica Parker, sin ningún tipo de química entre ellos– son dos urbanistas vegetarianos, exitosos, que no pueden respirar sin sus Blackberrys, sus cenas en restós exclusivos, sus asistentes que les llevan la agenda y su jogging matinal. Súmense a este combo dos o tres bromas sobre el acento british de Grant y cocínese todo al fuego –lento– de SJP haciendo lo que se sabe, es decir, de Carrie Bradshaw, la neoyorquina exitosa, romántica pero independiente... Blackberry, restós, un paquete (extra large) de mohínes, y ya tenemos una comedia. Así habrán pensado los responsables del film. Pero hasta los fans lo tendrán duro para divertirse en esta serie de escenas hilvanadas con un mismo chiste: el choque entre la sofisticación ciudadana y la vida simple del campo, con su alegre portación de rifles y sus trofeos de caza. Ni las vistas del Central Park podrán neutralizar semejante ejemplo de vacío ideológico.