Una comedia romántica más allá del final feliz
Una historia previsible que consigue divertir
Es prácticamente una regla de género para la comedia romántica que la historia se termine cuando la pareja protagónica se junte. Usualmente, luego del "fueron felices y comieron perdices", los títulos empiezan a pasar por la pantalla. ¿...Y dónde están los Morgan? es una excepción. Porque el relato escrito y dirigido por Marc Lawrence ( Letra y música ) comienza más o menos por la mitad del matrimonio de Meryl y Paul Morgan, interpretados por Sarah Jessica Parker y Hugh Grant. Lamentablemente, hasta allí llega su intento de originalidad. Casi desde los primeros minutos del cuento, situado entre las calles de Nueva York y las praderas de Wyoming, es posible ver cómo se desarrollará la película casi escena por escena. Claro que, a diferencia de otras películas de su tipo, en este caso la previsibilidad no empaña lo entretenido de los diálogos. Bien escritos y bien actuados, especialmente por Grant, que hace años -desde El diario de Bridget Jones- que está perfeccionando diferentes versiones de este mismo personaje. Un hombre sofisticado, gracioso e irónico que esconde una gran vulnerabilidad. Por el lado de Parker, a la que le toca interpretar a Meryl, una mujer fuerte pero herida por la infidelidad de su marido, el síndrome Sex and The City hace las cosas un poco más complicadas de creer. Su personaje aquí es una versión desglamourizada de Carrie Bradshaw, y sin embargo está lo suficientemente cerca de ella para que el espectador no pueda distinguirlas demasiado. Es cierto que, lejos del desenfado de la serie televisiva y luego la película, la esposa engañada de ¿...Y dónde están los Morgan? tiene más nervios que zapatos, pero ese detalle no la hace más querible.
Del amor al crimen
Cuando la pareja sea testigo de un asesinato y deba refugiarse con nuevas identidades en un pueblito de Wyoming, la cercanía y el aislamiento ayudarán al romance, y el absurdo de poner a dos bichos de ciudad en el campo aportará algunas risas, más a expensas de ellos que de los pintorescos lugareños. Sin caer en ridículos, pero utilizando estereotipos bastante marcados, la película podría haber derrapado si no fuera por Sam Elliott y Mary Steenburgen, la pareja de alguaciles que refugiará a los Morgan y de paso funcionarán como improvisados consejeros matrimoniales. El interpreta, como ya lo hizo antes, al cowboy americano por excelencia, estoico y tan imponente como las armas que maneja el personaje de Steenburgen, una actriz versátil y bellísima en su madurez. Con un desenlace más de fórmula que atrapante, ¿...Y dónde están los Morgan? consigue sin embargo entretener contando una historia del amor después del amor.