Mudanzas inevitables
La película francesa “¿Y si vivimos todos juntos?” es una alianza de estupendas actrices y actores que cuentan la historia, atravesada por el humor y la reflexión, de cómo vive la tercera edad en la Europa de hoy.
La vejez, como horizonte que va acortando la distancia y exige adecuaciones inexorables al paso del tiempo, es un tema delicado que el cine aborda de diferentes maneras.
La comedia francesa ¿Y si vivimos todos juntos? es, ante todo, una alianza de estupendas actrices y actores que se comprometen por partida doble: con la interpretación, y poniendo su propio cuerpo, con las huellas del tiempo que refleja el guion.
Frente al embate del mundo que no tiene lugar para los adultos mayores, sobre el telón de fondo de la crisis política y social en Francia, cinco amigos deciden mudarse a la casa de Annie (Geraldine Chaplin) y Jean (Guy Bedos). Completan el quinteto, Jeanne (Jane Fonda), Claude (Claude Rich) y Albert (Pierre Richard). Los asiste Dirk (Daniel Brühl), un muchacho universitario que se acerca para estudiar la situación de la tercera edad. Gran oportunidad para un trabajo de campo de Etnología.
La película de Stéphane Robelin ofrece escenas cotidianas resueltas en esa comunidad atípica, donde todos cargan con sus achaques y algunos secretos. La juventud no los ha abandonado en lo que respecta a deseos, capacidad de disfrute y esperanzas. Sobre todo a Claude, eterno enamorado de las mujeres. Geraldine Chaplin y Jane Fonda son un canto a la vitalidad, puestas al servicio de las esposas que hacen contrapeso, al activismo irrefrenable de Jean (Bedos en el rol del cascarrabias), y los síntomas de la senilidad progresiva de Albert (Pierre Richard en un registro tierno y triste a la vez).
Hay cierto aire de época, similar a Amour (la extraordinaria película de Haneke), aunque con el dramatismo mitigado y lo colectivo como salida; tampoco abordan temas generacionales en el universo que fenece, como ocurría en las diatribas de Las invasiones bárbaras, la recordada película de Denis Arcand.
¿Y si vivimos todos juntos? atraviesa el tema, enunciando, al paso, conceptos tales como la expectativa de vida, la dependencia creciente ante el declinar físico, o, ser anciano en Europa.
Jeanne (Jane Fonda) reflexiona sobre la paradoja de vivir asegurando todos los aspectos de la vida, y, al mismo tiempo, llegar improvisando, a los últimos años, sin cobijo afectivo.
El director contrasta la realidad asumida por los ancianos con los interrogantes de Dirk. Mientras pasea el perro de Albert, el muchacho mantiene conversaciones con Jeanne y expone la perplejidad ante la dimensión de esos seres que permanecieron hasta hace poco ajenos a sus intereses, extraños bajo el mismo cielo.
Daniel Brühl (Goodbye, Lenin; Bastardos sin gloria) es testigo sensible de la convivencia que su personaje registra al detalle, como un nieto que divisa el horizonte antes de iniciar la caminata.