Reivindicación de los viejitos piolas
El inexorable paso del tiempo no implica necesariamente el perecimiento de los ideales. Esa parece ser la idea central de varios films apuntados al público más veterano y narrados en tono de comedia. Es que, al igual que ocurría en Chicas del calendario y El exótico hotel Marigold, el asunto en ¿Y si vivimos todos juntos? pasa por la reivindicación de la veteranía.
En este caso, Stéphane Robelin a través de un dream team de actores franceses y norteamericanos post-70 (Jane Fonda, Geraldine Chaplin y los franceses Guy Bedos, Claude Rich y Pierre Richard) en la piel de un grupo de amigos que se plantea la pregunta del título cuando percibe que los achaques de salud son mucho más que una amenaza. Si vivieran juntos, dirá uno de ellos, podrían cuidarse mutuamente, evadiendo las maldades inherentes a los nosocomios especializados. Claro que primero habrá que limar asperezas puertas adentro de los dos matrimonios, ya que ambos esconden una serie de secretos comunes que aquí no conviene revelar.
El quinteto se completará con un joven alemán (el cada día más internacional Daniel Brühl) que está preparando su tesis doctoral sobre la tercera edad y encarna, claro, los ojos jóvenes obnubilados por la lozanía del grupo, sobre todo del personaje de Jane Fonda, que confiesa sin tapujos que aún hoy, a sus más de setenta años, masturba a los hombres tal como lo hacía en los '60.
Si bien ese recurso del foráneo habla de una película bastante obvia para probar su hipótesis, Robelin logra insuflarse simpatía y ligereza a un relato leve, ameno y que sabe muy bien a quiénes le habla.