Se estrena solo por seis funciones en la Lugones y no hay que perderse esta segunda película del mexicano Fernando Frías de la Parra, que paso por el Festival de Mar del Plata y resulta sorprendente por muchos motivos. Es una historia de desarraigo, de alguien que debe huir hacia los Estados Unidos, un chico que ignora el inglés, que por un error de de distintos grupos de pertenencia provoca una venganza que deviene en matanza. Un adolescente que solo quiere bailar cumbia en su Monterrey natal, una “kolombiana” adaptada a su entorno, que propone una coreografía única, unos ropajes y peinados muy definidos , un fanatismo que solo expresa una voluntad de identidad cultural tan fuerte que lo hace sobrevivir. Violencia en las calles, drogas, represión, un atisbo de amor y un ritmo que se mete debajo de la piel, a pesar de lo terrible que muestra. Sin discursos, con inteligencia, esta todo lo hay que saber para conmocionarse y entender. Actores muy jóvenes y frescos, un estilo ágil y musical. Un director para tener en cuenta.