Yesterday

Crítica de Eduardo Elechiguerra Rodríguez - A Sala Llena

“Al ser que está delante del espejo podemos plantearle siempre la doble pregunta: ¿por qué te miras?, ¿contra quién te miras? ¿Tomas conciencia de tu belleza o de tu fuerza?”

(Gaston Bachelard, El agua y los sueños)

En un nivel superficial, pareciera que Yesterday no trata más que de Jack Malick, un hombre que busca recuperar al amor de su vida ayudado por las canciones de Los Beatles. Pero basta atender al reflejo del protagonista en las superficies lisas para comprender que estamos ante su búsqueda de identidad. La dinámica del personaje con respecto a espejos y pantallas establecida por la obra configura una manera de construir un sentido en medio del éxito.

Recordemos que, gracias a un accidente que afecta la electricidad en todo el mundo y que le ocasiona un arrollamiento al protagonista, Jack (Himesh Patel) es el único en el planeta en recordar la música y la letra de Los Beatles. Cuando esto se hace evidente, una seguidilla de primeros planos breves cierran con el rostro de él reconociéndose frente al espejo de su habitación. Esto lo obliga a hacer memoria para recordar las canciones de los cuatro de Liverpool en las escenas subsiguientes.

No es un detalle menor que para corroborar si Los Beatles “existen”, Jack acuda a Google. No lo hace solo con la banda de Liverpool sino también con Coca Cola, Oasis y su “Wonderwall”, Los Rolling Stones, e incluso Harry Potter. Google se convierte, para los límites de la película, en una suerte de oráculo que engloba el conocimiento del mundo. Pero ya volveremos a este punto.

Para el momento en el que Jack presenta nada más y nada menos que “Let It Be” a sus padres, las visitas que llegan a su casa se reflejan en un espejo convexo que deforma los rostros de los personajes secundarios. Esta segunda pista da cuenta de que el éxito que se está labrando el protagonista trasgrede lo que los otros ven en él. Este hecho lo va aislando, aunque los intentos por recuperar a Ellie (Lily James), su primera manager y amor secreto, son persistentes.

El mayor logro de Boyle y su equipo es la búsqueda de planos y movimientos de cámara que nos embarguen tanto como la música del cuarteto británico. El director de Slumdog Millionaire sabe que está tratando con un tesoro de la cultura pop, pero juega a conveniencia con las canciones. El mayor signo de respeto ante estos himnos es no solo darle un espacio a John Lennon en la historia; además hace que su voz bañe los recorridos aéreos de la cámara por la playa, a la manera de un asomo de filosofía vital escondida en sus palabras.

Por si esto fuera poco, en el concierto donde Jack confiesa su plagio Boyle encuentra la conciliación entre la identidad del personaje y el amor. Ellie, un poco desprevenida, está siendo grabada fuera del escenario. El público ve su rostro magnificado en una pantalla grande. Y a medida que Jack se delata, aparecen en un mismo plano ambos rostros amantes. Para una época de pantallas muy pequeñas, chicas o medianas; el realizador resuelve la complicidad de ambos personajes no ya desde el éxito ni la vanagloria, sino desde la franqueza pública. Si a mitad de película la pantalla era desbordaba con cifras de visualizaciones, corazones y emoticones; Boyle le brinda al rostro y a la imagen de este el lugar que merecen. Como apunta Bachelard, “el rostro es, antes que nada, el instrumento que sirve para seducir”. Y que Danny apele a las gestualidades cómplices del actor y de la actriz más allá de las pantallas es un planteamiento frontal a la liberación de lo inasible.

Mención aparte requiere el rescate a la memoria esgrimida por los otros dos fanáticos que recordaban las canciones de Los Beatles. Cuando les permiten un encuentro con el descarado plagiador, no son la ética ni la moral las que reprochan sus acciones, sino el gozo de la complicidad por escuchar una vez más, en voz de quien sabe cantar, éxitos como “Yesterday”, “All You Need Is Love” o “Here Comes the Sun”. Si esto no es un alegato a favor de las copias, las versiones y remixes; ¿qué más lo puede ser?

Finalmente, si bien es palpable que Kate McKinnon está tomando mucho de actuaciones anteriores, sobre todo de su participación frecuente en Saturday Night Live, la fuerza de su mirada desparpajada sigue presente. Su actitud es y no es maliciosa, es y no es avara. Cuánto disfrutamos de los intérpretes cuando evidencian que están encarnando su personaje sin prejuicios.