Como aquel impensado éxito comercial que fue Abzurdah, Yo, adolescente está basada en un libro escrito al calor del fuego de la juventud. El autor es el hoy periodista, conductor televisivo y músico Nicolás "Zabo" Zamorano, quien en 2005 empezó un diario personal en Fotolog cuyas entradas, años después, se compilarían en un único volumen impreso. Allí registraba con crudeza las implicancias de ser joven en Buenos Aires en un contexto atravesado por los ecos del incendio del boliche Cromañón.
Zabo (Renato Quattordio) está en la etapa final del secundario, lidiando con las responsabilidades académicas pero también intentando descubrir su camino. Un camino ripioso, de muchas dudas y pocas certezas, en donde la identidad empieza a adquirir una forma definitiva. Pero lo que se propone romper los lugares comunes de la mirada adulta sobre la adolescencia termina convirtiéndose en una película llena de golpes bajos, con actuaciones desparejas y una profundidad digna de alguna tira de Cris Morena.
Todos los chicos y chicas de la película de Lucas Santa Ana están preocupados por el sexo y las drogas. Y deprimidos. Zabo, por ejemplo, es perseguido por el recuerdo de un amigo que se ha suicidado recientemente, al tiempo que empieza una relación con una chica unos años mayor (Malena Narvay). Lo que hasta allí es un relato de iniciación muta por una sucesión de escenas forzadas por un guión más preocupado por generar conciencia que por lo cinematográfico. Está buenísimo hablar sobre los problemas de los adolescentes, pero una película así no parece la mejor manera.