METAMORFOSIS ADOLESCENTE
A partir de 1956, con Rebelde sin causa, el cine encontró un público adolescente, ávido de verse a sí mismo como protagonista en la gran pantalla. Aunque hay ejemplos anteriores, como Brando en El salvaje (1953), la película de Nicholas Ray representaba las inquietudes, inseguridades y las autoridades que no comprenden a una generación que representaba un cambio. Haciendo un salto en el tiempo, el cine de John Hughes, Penelope Spheeris, series como That 70’s Show y Freaks and Geeks mostraron que los estilos pueden cambiar, pero las cuestiones adolescentes se mantienen.
Siendo educado, en parte, por ese “arquetipo” juvenil, me pregunté si había películas nacionales de esa índole. En primera instancia, podemos nombrar a Juvenilia, de 1943, pero dejando de ser una persona de riesgo, vienen al recuerdo Rapado, Pizza, birra, faso, Una noche con Sabrina Love. Aunque, siendo sinceros, la adolescencia argentina fue más que nada representada en las tiras juveniles made in Cris Morena. A principios del 2000, se acentúan las producciones sobre la adolescencia: El Polaquito, Cara de queso, XXY, teniendo una fuerte presencia los estigmas que se sufren en dichos años, junto con sus alegrías, saliendo del mundo ideal representado en Telefé o El Trece. Este subgénero sigue presente en Yo, Adolescente.
Nicolás Zamorano (más conocido como Zabo), 16 años, estudiante, inquieto, familia presente y ausente a la vez, rockero, ramonero. A fines del 2004, asiste a un recital de Árbol, sin saber que, no muy lejos, ocurría Cromañón. Al llegar, se entera del hecho, que podría haber sido un pibe en medio de la tragedia, sumado al suicidio de su mejor amigo. A partir de ahí, se cuestiona lo efímera que puede ser la vida para alguien que no ha vivido lo suficiente, pero piensa seguido en la muerte. Movido por necesidad, usa Fotolog como un diario, “alguien en alguna parte tiene que estar pasando por lo mismo”.
La película de Lucas Santa Ana representa la búsqueda por un motivo para seguir respirando, desde las amistades y la música siempre presente en bandas como Boom Boom Kid, hasta explorar sensaciones, drogas, sexualidad. Zabo se encuentra en el limbo “mi chica ideal no puede ser un chico” -una constante dentro de la filmografía de Santa Ana (Como una novia sin sexo, El cazador-: la atracción hacia su mejor amigo, Mateo, y a la vez la relación casual que mantiene con Teena. En palabras de Luca, “no sé lo que quiero, pero lo quiero ya”.
Yo, adolescente refleja a una generación marcada por Cromañón, pero además por la buena música nacional de aquel entonces. Los primeros sitios como Fotolog, los encuentros entre personas que se sentían representadas por lo mismo. Una precuela de lo que se vería más tarde con las tribus urbanas. Goza de buenas interpretaciones, una ambientación no muy lejana y una historia que te representa, porque a pesar de haber vivido o no lo que atraviesa el protagonista, todos hemos sido atravesados por las dudas, las ganas de desaparecer, de mostrarse, estando en una constante metamorfosis adolescente.