Previsible y lacrimógeno, pero con lindas imágenes
Buenos diálogos que denotan que es una producción inglesa y no hollywoodense, y las actuaciones de Emilia Clarke (“Game of Thrones”) y Sam Cafflin (“Los juegos del hambre”) hacen más o menos potable un romance inverosímil.
Esta película ofrece algunas pocas variaciones a la fórmula de amor verdadero truncado por la fatalidad, pero lo previsible de todo el asunto está equilibrado al menos en parte por lindas imágenes y buenas actuaciones.
Esta producción inglesa basada en el best seller romántico de Jojo Moyes se apoya sobre todo en el carisma y la popularidad de sus protagonistas: Emilia Clarke es conocida mundialmente por su actuación en "Game of Thrones", mientras el galán Sam Cafflin ha sido visto por millones de adolescentes en "Los juegos del hambre". Pero aquí el juego es totalmente distinto, ya que la historia va directo a la relación románticamente imperfecta aunque no del todo verosímil entre una chica de pueblo que necesita trabajo y un hombre de negocios sibarita que necesita quien lo cuide luego de quedar cuadripléjico.
Hay que reconocer dos cosas, una es que si esta película fuera una producción hollywoodense difícilmente sería soportable por el nivel de ñoñerías, mientras que por suerte aquí está presente cierta chispa británica que se nota sobre todo en los muy buenos diálogos, que tienen el nivel de ironía mínimo para volver potable todo el asunto. La segunda cosa es la excelente química entre los dos protagonistas, que se lucen en varias escenas a lo largo de una película que realmente está contada sin muchas pretensiones pero con buenas imágenes. Claro que la insistencia con canciones pop para enfatizar lo que no hace falta y lo elemental y previsible de este romance con mucho de melodramón sólo puede recomendarse verdaderamente a aquellas espectadoras que necesiten una catarsis lacrimógena en el cine.