Precedida del exitoso best seller en que está basada, la adaptación a la pantalla grande de la novela Yo Antes de Ti es un ejemplo de las fórmulas aplicadas al pie de la letra.
Pongamos como uno de los escenarios un barrio trabajador lleno de buenas intenciones, en él un personaje pintoresco con las suficientes particularidades para que sea llamativo. Contrastémoslo con una casa pudiente, en él un personaje parco y sarcástico. La unión mediante la desgracia y la inmersión para bien de uno sobre el otro, se imaginarán de cuál sobre cuál. ¿Cuántas historias románticas conocemos así? Pareciera ser el promedio de la telenovela clásica.
Ahora pongámosle nombres, Louisa Clark - perdón no puedo dejar de pensar en la serie Lois & Clark cada vez que lo escribo o lo escucho – vive en los suburbios obreros de Inglaterra, ni bien comenzado el film, es despedida (por falta de clientes, acá no existe la mala voluntad) de la confitería en la que trabaja/ba.
Ella necesita mantener a su familia ya que su padre también se encuentra desempleado, y entre tanto rebote termina recayendo en casa de los Traynor. Allí, Camilla, la matriarca, la contrata para asistir y animar a su hijo Will, cuadripléjico, quien básicamente se ha vuelto un amargado.
¿Hace falta aclarar que Lou es ideal para animar a las personas por las mil y un excentricidades que posee? ¿Hace falta aclarar que Will es de lo más hirientemente arrogante y snob que se puedan imaginar? ¿Hace falta aclarar que Lou se ganará el corazón de Will?
Así transcurre Yo Antes de Ti, con todos los pasos premeditados, no por la novela de Jojo Moyes (quien también adaptó el guión) en que se basa, sino por las recetas prescritas del drama romántico-juvenil-con enfermedad en el medio.
Emilia Clarke compone a una Lou Clark chispiante, volátil, rebozante en bondad en cada uno de sus gestos, verborrágica y extremadamente cálida.
La química con Sam Caflin no es de todo lograda, al actor pareciera vérselo más cómodo en roles naturales como el de la más llamativa Love, Rosie.
Hay también un sustento entre los intérpretes adultos con Janet McTeer y Charles Dance como los padres de Will, y Brendan Coyle y Samantha Spiro como los padres de ella.
La directora nobel Thea Sharrock, más ligada al teatro clásico, no necesita hacer demasiado para otorgarle ritmo a la historia. Los románticos que asistan a la sala seguirán el asunto con interés permanente, y sin demasiadas notas que los puedan llegar a disgustar.
La cuestión es que, desde entrada, la propuesta se asemeja demasiada a otras similares, en especial Dying You de Joel Schumacher, de la cual hasta copia planos y escenas completas. La comparación se hace irresistibel, y en ese plano ni Sharrock tiene la sensibilidad de Schumacher, ni Clarke y Caflin son Julia Roberts y Campbell Scott; en todos los planos, el film de 1991 sale triunfador.
Los cliches se acumulan escena tras escena haciendo que se puedan adivinar todos los pasos a seguir, y hasta la supuesta revelación que da giro a la historia es demasiado anticipada previamente en diálogos iniciales.
Hay una especial atención en hacer un producto competente y se nota, desde la fotografía de Remi Adefarasin a los acordes compuestos por Craig Armstrong. Todos los rubros técnicos son cuidados y en un nivel acertado.
También se aprecia la intención de aligerar la situación mediante tramos de comedia que, si bien no siempre es efectiva, por lo menos corre el eje del permanente intento de prepararnos para los pañuelos finales.
Yo antes de ti es una película correcta, que dejará satisfechos a los espectadores menos exigentes, y más aún a los fanáticos lectores del texto original. Con los mensajes edificadores de manual - alguno ciertamente discutible - y las escenas clásicas que todos sabemos que vamos a ver.
Se extraña una intención, aunque sea mínima de ir más allá, de ofrecer algo, aunque se parcialmente fresco respecto de, por ejemplo, cualquiera de las películas basadas en novelas de Nicholas Sparks que llegan año a año. Ese apego a las reglas, a repasar todos y cada uno de los lugares comunes, no solo le resta peso, sino verosimilitud. Un poco el vuelo creativo, de esa chispa que a Lou parece sobrarle, hubiese hecho que los resultados fuesen totalmente diferentes.