Película rarísima la ópera prima de Thea Sharrock. Varios pasajes podrían pertenecer a una película de Disney basada en un cuento infantil en el que una joven del montón se enamora de un príncipe hermoso que tiene todo y ya no quiere nada. Lo que quiere decir que el film trabaja sobre el estereotipo y los efectos de su recepción. Sin embargo, Yo antes de ti es una discreta y razonable defensa del derecho de quitarse la vida. ¿Un cuento de hadas sobre la eutanasia para ricos? Dos accidentes. El primero, el de Will Traynor, un joven tan guapo como cualquier agente 007, talentoso y millonario, que tras ser atropellado por una moto quedará cuadripléjico; el segundo, de otra naturaleza: a la proletaria Lou la echan del trabajo y con el mes de indemnización que le han dado poco puede hacer para ayudar a su familia. Ambos accidentes llevan a un tercero: Lou será contratada por la madre de Will para que lo cuide. De ese vínculo laboral nacerá una predecible y acaso trágica relación. Los lugares comunes fatigan el relato, en plena coincidencia con la extenuación física y existencial del personaje, pero tal vez se trate de una perspicaz estrategia destinada a descentrar la habitual impugnación proteccionista frente al tema controversial que el film elige retratar. Uno de los personajes, al enterarse de la voluntad de Will, dirá que se trata de un homicidio; ese no es precisamente el punto de vista del film. La negociación consiste en utilizar los prejuicios del caso para demostrar el límite de ciertas convicciones. Vivir por vivir no es una opción: si el dolor es imbatible, la obstinación de vivir es de necios. El placer (materialista) es aquí un valor supremo. Dado que el film se ha estrenado en versión doblada y subtitulada es pertinente reparar en el pasaje en el que los protagonistas ven la magistral De dioses y hombres, momento en el que Lou, a sus 26 años, ve su primera película subtitulada. Inesperada moraleja que interpela al público y a los distribuidores que descreen de las capacidades cognitivas de la audiencia. Es difícil desmentirlo, este aristocrático cuento de hadas hedonista es una película de adultos.