Basada en un unipersonal teatral, presentada en el Festival de Cannes 2013 y convertida en un enorme éxito de público y de crítica en Francia, YO, MI MAMA Y YO es una de esas películas que confunden desde su propio planteo. Estructurada de una manera bastante original (el director y protagonista, Guillaume Gallienne, va y viene del unipersonal teatral a la puesta en escena cinematográfica de lo que relata sobre el escenario, muchas veces en el mismo plano), la película por momentos apuesta a manejar sus temas con delicadeza y elegancia, mientras que en otros se convierte en la más burda y banal de las comedias populares imaginables.
El elemento extra que hace aún más peculiar este filme es que Gallienne se interpreta a sí mismo y a su madre, con quien tiene una relación casi devocional, aunque a ella parece importarle muy poco su vida (y la de todos los demás, de paso). La “curiosidad” en el caso es que para todo el mundo –madre, padre, hermanos y espectadores– es más que evidente que Guillaume (persona y personaje se mezclan en este filme con evidentes toques autobiográficos) es gay: desde su forma de actuar, sus gustos, su manera de bailar, de vestir, la relación con su madre y otros potenciales clichés que hacen que uno asuma eso. De hecho, su madre casi lo trata como una hija (el título original es “Les Garcons et Guillaume, a table”, traducible como “Chicos y Guillaume, a la mesa“, como si GG fuera otra cosa que otro de sus hijos varones) y nadie parece poner en discusión el asunto. Ni siquiera él, que parece haber “comprado” la idea por costumbre.
me-myself-and-mumEse inteligente planteo que luego irá revelando costados más sinuosos y sorprendentes –acaso la sexualidad y la vida de GG sean un poco más complicadas que esos preconceptos– y esa puesta en escena creativa hacen suponer que YO, MI MAMA Y YO es un filme inteligente y refinado. Pero, sin embargo, gran parte del tiempo la trama es una acumulación chistes burdos, malos y casi de sketchs televisivos en función de estas confusiones sexuales (hasta incluye un enema cortesía de Diane Kruger en plan dominatrix) que hacen que uno se pregunte si el consabido machismo de cierta parte de la cultura francesa no está tan instalado que ni ellos se dan cuenta de lo desagradables, banales y hasta homofóbicas que son muchas de estas supuestas humoradas.
Gallienne encarna también a la madre (una criatura, si se quiere, más original en su pésima onda y talante), pero aquí lo que termina resultando irritante es ese tufillo a “gran actuación” suya que infecta al filme de principio a fin, especialmente cuando se trata de esos “actores de la Comedie Française” que vienen con título honorífico incorporado. Admito que es un tipo de actuación de comedia que me irrita profundamente (me costó, mucho, soportar la última película de Alain Resnais, jugada en el mismo tono entre ampuloso y manierista), lo cual no me facilitó para nada las cosas. Pero cuando se lo suma a una serie de situaciones de comedia televisiva –el padre burdamente machista, el psicólogo imbécil y así– el asunto por momentos se vuelve intragable.
les-garcons-et-guillaume-a-table-3La película reserva algunas sorpresas para el final y es claro que hay ideas en juego en la película (de puesta en escena y de, digamos, política sexual) que son potencialmente jugosas pero que no terminan de crear un producto a la altura de esas ideas. Con algo del cine de “mamitis” de Xavier Dolan, con cosas de Pedro Almodóvar, de nuestro Antonio Gasalla y de películas como C.R.A.Z.Y y MI VIDA EN ROSA, entre otras, Gallienne intentó aquí hacer un producto popular, ingenioso e inteligente a la vez. Lo primero, lo ha conseguido al menos en Francia donde la película superó los tres millones de espectadores. Lo segundo, lo logra solo por momentos. Respecto a lo tercero, tengo mis serias dudas…