Las infancias trans en una película imprescindible
Federico Palazzo ("4 metros", "El cine de Maite") aborda en su tercera película el tema de las infancias trans a partir de la historia real de Luana, la primera niña trans en recibir su DNI.
Yo nena, yo princesa (2021) es la transposición cinematográfica del libro Yo nena, yo princesa: Luana la niña que eligió su propio nombre en el que Gabriela Mansilla, madre de Luana, cuenta en primera persona todos los acontecimientos que atravesó desde que Manuel, uno de sus hijos mellizos, con apenas dos años, le dijo que era una nena. La desazón, el desconocimiento, el sentido y la lucha son los diferentes estados por los que atraviesa Gabriela hasta que, en 2013, Luana con apenas 6 años consigue lo que hasta ese momento ningún menor en el mundo había logrado: tener un DNI acorde a su identidad de género.
La película recurre a una estructura clásica para narrar de manera cronológica los diferentes eventos a los que debió enfrentarse Gabriela, desde aquellos relacionados con lo familiar, como los vinculados a temas médicos, escolares, sociales y burocráticos, comenzando por el embarazo hasta llegar al año 2013 en que Luana recibe el DNI. Mientras que desde lo formal la película no pretende nada más que llegar a la mayor cantidad de público y que el mensaje se entienda con claridad. En ese sentido apela a una serie de recursos como el subrayado de algunas situaciones claves o la utilización de la banda sonora para buscar el golpe de efecto. Una estética muchas veces más relacionada con la televisión o el telefilm que, en este caso, se justifica frente al verdadero objetivo de la película: hacer masiva la historia de Luana y poner en la agenda el tema de las infancias trans.
Los puntos más fuertes de Yo nena, yo princesa son las actuaciones. Eleonora Wexler se carga en sus espaldas la película, nos convence de todo y nos hace preguntarnos porque el cine no la aprovecha un poco más. La actriz trans Isabella G. C. es la encargada de ponerse en la piel de Manuel-Luana y conducirnos con ingenuidad categórica por todo el proceso de cambio, mientras que el resto del elenco, que cuenta con la participación de Paola Barrientos, María Onetto, Valentina Bassi, Lidia Catalano, Valentino Vena, y Juan Palomino, entre otros, resultan alfiles fundamentales para que la partida termine con un jaque a la reina.
Con sus defectos y virtudes, Yo nena, yo princesa, es una película honesta con un fin igual de honesto. Se le pueden cuestionar muchas cosas, la temporalidad no queda muy en claro y por momentos confunde, y elogiar otras tantas. Pero no se puede negar que cumple su objetivo y que era necesaria una película, que apunte al gran público, para darle visibilidad a un tema que lo merece y necesita.