Almas Fuertes
La ópera prima de Federico Sosa, Yo sé lo que envenena (2014), explora con delicadeza y sin sensiblería el terreno de la amistad y de la conquista de los sueños posibles, no esos utópicos –muchas veces inalcanzables- sino aquellos que hacen de las personas seres más felices y plenos. Esa es la principal marca registrada de este trío de amigos treintones, muy diferentes entre sí y más aún en la búsqueda de sus metas personales, pero siempre unidos en una causa mayor que no es otra que aquella de la solidaridad entre amigos, la mano cuando se necesita o la escucha sin juicio de valor, aunque con la honestidad característica que no traiciona.
Así las cosas, Rama –Sergio Podeley- hace repartos con su moto y vive una experiencia en la calle que le da un sentido diferente a su rutina de trabajo; Iván –Federico Liss- intenta vivir bajo la filosofía de su ídolo Ricardo Iorio y anhela conocerlo en persona o al menos que su banda llegue a ser telonera de Almafuerte, mientras que Chacho -Gustavo Pardi- procura abrirse al mundo de la actuación y escapar de las propuestas de su padre -Claudio Rissi- relacionadas con la actividad agropecuaria.
En ese camino con altibajos y en el que las situaciones a veces detonan un humor natural y otras terminan de manera más cercana al drama, pero nunca rozan la tragedia, el relato se acopla a los vaivenes del trío con absoluta fluidez y honestidad a la hora de reflejar los conflictos de cada personaje, tanto los internos como las diferencias en el grupo.
Párrafo aparte merece el puñado de personajes secundarios entre los que se destaca por encima del resto la madre de Iván y su irreverencia y espíritu libre, que le aporta un sentido más a la búsqueda de su hijo sin dejar de lado el costado de los afectos y los reproches que no se expresan pero que se sienten.
Federico Sosa logra así un retrato generacional, sensible, donde la palabra independiente deja de ser un anhelo para convertirse en algo real y tangible en pantalla.