IMITACIÓN DE UNA VIDA
El biopic no es un género demasiado transitado en el cine argentino, especialmente el biopic que involucra una recreación del pasado. Se sabe, es un género bastante caro de producir entre diseños de vestuarios y de interiores, y la utilización de locaciones que no caigan en el anacronismo. Pero Teresa Costantini, la misma de Felicitas, parece tener la capacidad económica para hacerlo: Yo soy así, Tita de Buenos Aires, film que recorre un tramo de la vida de la actriz y cantante Tita Merello, luce en ese sentido. Desde los tugurios donde la artista transitó sus primeros pasos, hasta su ingreso en la alta sociedad del espectáculo porteño, Yo soy así… reproduce con fidelidad y exuberancia una Buenos Aires de antaño. Lo que no parece tener Costantini es la capacidad para hacer con eso algo interesante, incluso una película que viva o vibre y justifique el abordaje del personaje.
El recorrido por la vida de la Merello no lo es tal en la película. En verdad, a Costantini le importa más que nada ese tramo de la vida que va del romance de la actriz y cantante con Luis Sandrini hasta su ruptura definitiva. Algo de los orígenes humildes se cuenta, pero el personaje es tan rico en matices vinculados con su personalidad y con un fuerte posicionamiento como referente del feminismo, que lo que hace la película es achicar la leyenda, acotarla y ceñirla a un molde cinematográfico que tiene una rápida asimilación por parte del público pero que pierde interés minuto a minuto. Porque lo que Yo soy así… hace en definitiva con aquel recorte es construirse como una suerte de melodrama con aires trágicos, donde se apela a lo lacrimógeno y sensiblero, sin ponerse a pensar en el peso de la figura abordada dentro de la historia del país que la contiene. Tita Merello vivió casi cien años y sin dudas la riqueza del contexto se pierde.
Indudablemente el modelo que elige Costantini se parece muchísimo al de La vie en rose, con Marion Cotillard interpretando a Edith Piaf, película que tiene una estructura a la que esta se parece mucho; sospechosamente mucho. Aquella era también la historia de una figura legendaria del mundo del espectáculo trazada por un recorrido trágico, a la que se hacía un abordaje desde el melodrama clásico. La diferencia es que básicamente aquel film francés conocía mucho mejor los resortes que terminaban involucrando al espectador e impactaban en sus emociones. La de Costantini es una suerte de fiesta de disfraces en la que cada actor imita al famoso de turno, y donde el espectador asiste con una visión turística.
Lo de las actuaciones es una buena síntesis de las motivaciones de esta película. La Merello de Mercedes Funes es una caricatura, una suerte de Merello 24 horas que termina agotando y deja en evidencia el esfuerzo que hace la actriz por parecerse al personaje. A partir de ahí, todo se resume a una suerte de imitación, nunca a una recreación. La directora no logra apoderarse de la historia, sino que la viste y la adorna sin poder dejar de demostrar la falta de vida del conjunto. Está claro que Yo soy así… cree en la prepotencia del diseño de arte antes que en las herramientas que brinda el cine. El final abrupto no hace más que dejar en claro lo antojadizo del producto en su concepción, y su falta de ideas respecto de lo que desea representar de su personaje principal.