Simón (Nick Robinson) tiene 17 años, dos padres que lo aman (Josh Duhamel y Jennifer Garner), una simpática hermana menor y un fiel grupo de amigos que lo acompañan en el último año del colegio secundario. Simpático, inteligente, agraciado, el protagonista parece tener una existencia idílica. Sin embargo, hay algo en su interior que lo incomoda, lo inquieta, lo angustia. Simón es gay, pero no se anima a decírselo a nadie. Esa contradicción íntima, esa represión, ese pánico que lo inmoviliza no le permite sacar sus mejores atributos, expresarse con todas su energía y sus capacidades.
Tras el éxito y los premios de una película independiente comoLlámame por tu nombre, Yo soy Simón tiene el mérito de ser una de las primeras producciones provenientes de uno de los grandes estudios de Hollywood (Fox) en narrar con absoluta honestidad, con mucho corazón y sin medias tintas una típica historia coming-of-age, pero de un adolescente que "sale del closet" para vivir su sexualidad sin culpas. En principio, la película amaga con un tono trágico, épico y solemne, pero por suerte el director Greg Berlanti se permite apostar por el humor, jugar con los estereotipos (equívocos y enredos) de la comedia romántica y apelar a un tono casi de sitcom que le sienta bien.
En definitiva, se trata de describir el viaje interno y externo de un joven en busca de su identidad y su destino. Con el espíritu de los clásicos ochentistas de John Hughes, pero con la impronta de este nuevo milenio.